Hace unos días, se presentó ante el Senado y la Cámara de Diputados un proyecto que buscará actualizar la ley 25.467, que trata sobre ciencia, tecnología e innovación, para que se actualicen las consideraciones vigentes del sistema de inteligencia artificial (AI), y que sea regulada su utilización en base al conjunto de valores éticos y sociales.
“El avance de la IA deberá asegurar la participación de todas las personas o grupos, con independencia de su raza, color, ascendencia, género, edad, idioma, religión, opiniones políticas, origen étnico o social, condición económica o cualquier otra forma o condición que pudiera alterar el respeto a la diversidad e inclusión social”, detalla el primer artículo que el proyecto propone.
Asimismo, también se plantea que “el progreso de la IA deberá asegurar la paz y la justicia entre naciones y no podrá menoscabar la libertad de los seres humanos, ni reducir su autonomía de decisión”, además de no poder “poner en riesgo la seguridad individual o colectiva, ni dividir o enfrentar a las personas y los grupos, o amenazar la coexistencia entre los seres humanos, los demás seres vivos y el medio ambiente”.
Uno de los artículos más novedosos, indica que “toda persona física o jurídica que se considere amenazada o perjudicada por un sistema de IA podrá realizar la denuncia ante la SETCIP para la revisión del sistema de IA”, lo que da lugar a la revisión del sistema y su posterior mejora o modificación.
El documento, explica el motivo de la actualización: “A más de veintidós años de la promulgación de la ley vigente, y considerando los nuevos desarrollos científicos y tecnológicos a los que se enfrenta no sólo nuestro país, sino el mundo, es necesaria la actualización y modernización de la norma, de forma tal que promueva la investigación, el desarrollo y la regulación de la IA y, al mismo tiempo, acompañe los avances tecnológicos y tendencias globales”.
“El concepto de una máquina capaz de procesar información y tomar decisiones por sí misma se remonta a los años 50, cuando los científicos empezaron a trabajar en la idea de crear ‘máquinas de pensamiento’ que pudieran imitar la inteligencia humana”, reflexiona el texto.
En esa línea, detalla que “en las décadas siguientes, la IA comenzó a tomar forma como una disciplina autónoma, con el desarrollo de algoritmos y modelos matemáticos que permitían a las computadoras aprender y adaptarse a diferentes situaciones y tareas”, y agregaron que “a medida que la tecnología avanzó, la IA comenzó a ser utilizada en aplicaciones prácticas, como la clasificación de imágenes, el reconocimiento de voz y la automatización de tareas complejas en la industria y los negocios”.
Al respecto, destacaron que “resulta necesaria una legislación que encuadre el ciclo de vida completo de las IA sobre los más altos estándares éticos”, y explicaron que “tanto la investigación científica como la tecnológica tienen el potencial de generar grandes beneficios para la sociedad en su conjunto, y así los avances en IA deben garantizar la calidad y la seguridad de la investigación mediante el establecimiento de normas y regulaciones claras”.
Perspectiva internacional
En el año 2019, la Organización de Naciones Unidas y UNESCO enviaron recomendaciones a los países que la integran que se basaban en la Ética de las Inteligencias Artificiales y las medidas legislativas para regular su aplicación y uso, además de que los sistemas de IA sean controlados por el Estado.
“Una pronta reglamentación de este tipo de sistemas e inteligencias, asegurará al país posicionarse como el primer país latinoamericano en promover el desarrollo de las inteligencias artificiales y establecer parámetros éticos de utilización”, finaliza la propuesta.
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