Un grupo de internos de la Unidad 1 de Olmos trabajan en una fábrica de colchones ignífugos para abastecer a todas las cárceles de la provincia. Desde la cárcel se hace todo el proceso: desde separar el relleno, cortar las telas, coser, rellenar, aplicarle los químicos que impidan que se pueda prender fuego.

 

La iniciativa forma parte de las actividades coordinadas por la Subdirección General de Trabajo Penitenciario, de la Dirección General de Asistencia y Tratamiento, que provee los insumos necesarios y brinda las capacitaciones para llevar adelante el taller.

 

Al final de cada día, alrededor de cien colchones son cargados a los camiones del Servicio Penitenciario Bonaerense para ir a las distintas cárceles.  “Esto es muy bueno porque aprendemos un oficio que después podemos desempeñar afuera, pero además aprendemos a trabajar en equipo, a respetarnos”, cuenta Juan Carlos, oriundo de Lomas de Zamora y que cada mañana se levanta temprano y va a trabajar en la fábrica.

 

“Antes de caer detenido no tuve oportunidad de aprender un oficio y tomé decisiones equivocadas, ahora cuando salga quiero tomar otro camino, poder trabajar y no volver a delinquir, y esto me ayuda a dar los primeros pasos”, cierra Juan Carlos apurado por volver al trabajo.