Este es el cuarto año que el colectivo denominado “Ni Una Menos” realiza una manifestación en varias ciudades del país para decirle al Estado, a los femicidas y a los machistas que se se ponga fin a la violencia contra las mujeres.
Van más de tres años de aquella primera marcha que tuvo origen el 3 de junio de 2015 después del femicidio de la nena Chiara Páez, embaraza y de la ciudad de Rufino, Santa Fe. Su novio la golpeó, la asesinó y la enterró en el patio de su casa.
“Nos están matando”, fue el grito desesperado de miles de mujeres argentinas, y también de muchos hombres para darle impulso a la marcha “Ni Una Menos”. Son multitudinarias y hoy, una vez más, salen a la calle con el grito de aliento para concentrarse y unirse en un abrazo para decirle “NO” a la violencia machista.
Pero la realidad de hoy, nos impulsa y las impulsa a seguir peleando por la estadística marca que el Poder Ejecutivo, que debe “ejecutar” políticas contra las violencias, y el Poder Judicial, que debe sancionar las conductas machistas y violentas siguen en deuda.
Este año, según datos de la asociación civil Casa del Encuentro, de los 114 femicidios registrados por los medios entre enero y mayo, la mayor parte fueron producidos por parejas o ex parejas: 44 fueron producidos por esposos, parejas o novios, y 25 por ex esposos, ex parejas o ex novios. En tanto, especifican que comparado con el mismo período del año pasado, hubo un descenso del 12 por ciento en la cantidad de femicidios.
Sobre los asesinos, el informe de la ONG, marca que son hombres de entre 30 y 50 años y que la violencia ocurre dentro de la vivienda con la que compartía con la víctima. El último dato poco alentador y que anima a seguir batallando es que ya 107 niños se quedaron sin madre tras la tragedia, y 76 ellos eran menores de edad.
Por esto, el Poder Legislativo debe apurarse para sancionar la media sanción que falta de la Ley “Brisa” para ir reparando un poco nada más el daño hecho a las víctimas. Con esta ley, los hijos e hijas víctimas de femicidios, tendrán una reparación económica, que no les devuelve a su mamá, pero que empieza a hacer Justicia.
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