Tras la polémica salida de la presidencia de la Corte Suprema de Ricardo Lorenzetti tras 11 años de presidirla, habló el juez supremo y flamante Horacio Rosatti.
El magistrado se refirió en una de sus frases más contundentes a "mayoría automática". Este slogan se le puso desde los medios de comunicación a un grupo de magistrados que integraron la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina durante la presidencia de Carlos Menem. Este grupo de magistrados tuvo su esplendor durante las gestiones de los expresidentes Carlos Menem y Fernando de la Rúa.
Los magistrados fueron Julio Nazareno, Adolfo Vázquez, Eduardo Moliné O'Connor, Guillermo López y Antonio Boggiano, conocidos por las rápidas medidas que adoptaron a favor del gobierno de Carlos Menem, quien había modificado por ley del Congreso el número de integrantes de la Corte Suprema de Justicia, elevándolo a nueve miembros. Parte de la prensa denominó a esta corte ampliada la mayoría automática, aduciendo que en la mayor parte de los casos polémicos los votos de estos cinco jueces coincidían con la posición del gobierno.
En 2003, año en que asume la presidencia Néstor Kirchner, los magistrados Julio Nazareno, Adolfo Vásquez y Guillermo López renunciaron ante la posibilidad de resultar destituidos por juicio político, mientras que Eduardo Moliné O'Connor fue destituido de su cargo a fines de ese año por "mal desempeño".
Cambios en la Corte
El juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Horacio Rosatti, es uno de los miembros más nuevos de la Corte Suprema de Justicia y uno de los dos que fue desginado, primero por decreto, y luego con el aval del Senado en la presidenica de Mauricio Macri. Desde el 1 de octubre el nuevo presidente del cuerpo será Carlos Rosenkrantz, nominado por la actual gestión. Y quien habló luego del cimbronazo que provocó la salida de Lorenzetti de la presidencia es el otro nuevo miembro supremo, Horacio Rossati.
Estuvo en Córdoba para participar de la sesión especial de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba, donde se conmemoraron los 30 años del Instituto de Federalismo, presidido por el constitucionalista Antonio María Hernández. Allí dialogó con los colegas del prestigioso diario La Voz del interior.
de fallos puede citar que garantizan el régimen federal? ¿El que devolvió a Córdoba y a Santa Fe lo que se le descontaba de coparticipación para financiar la Anses?
–Sí, pero también hay otros donde la Corte se mete en cuestiones de derecho municipal entendiendo que la falta de cumplimiento de los gobernadores con los municipios también afecta al federalismo. Los municipios tienen autonomía política, económica y financiera, según la Constitución. Y así como se reclama el cumplimiento de pautas constitucionales en el reparto entre la Nación y las provincias, también deben darse esas garantías en las provincias con los municipios.
–Pero hace 24 años que se sancionó la Constitución y sigue sin dictarse la ley de coparticipación federal que mandaba esa reforma.
–Asistimos a cambios que van muy lentos. Se mantiene el subdesarrollo de algunas regiones. En el mundo hay una tendencia a la descentralización, que tiene que ver no sólo con los recursos y con la gestión, sino con cuestiones de identidad, de pautas culturales. Insistimos desde la Corte en el margen de apreciación local para que, por ejemplo, la centralidad de los medios masivos no uniforme todo el espectro cultural de nuestro país, que es muy variado.
"Muchos de los funcionarios del Ejecutivo, del Parlamento y de la Justicia siempre volvemos el fin de semana a nuestras provincias porque es muy importante no perder ese contacto con nuestras realidades".
–¿Cómo vivieron en la Corte el cambio de presidente? El relevo de Lorenzetti, que estuvo 12 años al frente del cuerpo, ha generado muchas lecturas.
–Hay que desdramatizar. La Corte es un órgano colegiado, toma sus decisiones por mayoría, nadie tiene doble voto. Cada tres años se elige presidente y eso es lo que pasó. El presidente de la Corte debe interpretar una partitura hacia afuera, que está dada por la función de representación del cuerpo, pero lo que realmente importa son los fallos y allí el presidente tiene un solo voto como los demás. En esta Corte nunca se va a ver una mayoría automática en nada. En algunas cuestiones se vota de una forma; en otras, distinta. Entiendo la repercusión, pero hay que sacarle todo dramatismo.
–Usted lo vincula con los tiempos de la Justicia, pero hay quienes lo interpretan como un cambio a tono con los tiempos del Ejecutivo y la política.
–Hay que mirar los fallos. Se puede especular con lo que quiera, pero lo importante son los fallos. A los dos meses que entré a la Corte me tocó fallar sobre tarifas. Se suponía que como había ingresado hacía sólo dos meses iba a fallar en un determinado sentido en favor del gobierno, pero yo voté en sentido contrario. Hay que ver los votos y no distraerse en otras cuestiones.
–¿Esta Corte es garantía de independencia del Poder Judicial?
–Sí y lo ha demostrado en más de un fallo.
–¿Y el resto de la Justicia?
–Cada juez es soberano en su ámbito. Es difícil hablar del resto de la Justicia. Yo creo que se está mejorando. Una cosa que sucede es que dependiendo el fallo, si a uno le gusta o no, va variando la posición que se asume respecto a si es independiente o no.
–La observación más extendida, en la ciudadanía y en varios estamentos sociales, es que los tiempos y la orientación de la Justicia están atados a los tiempos políticos. Los casos de corrupción son en los que parece notarse más.
–Yo he criticado eso. Hay cuestiones que no tienen explicación razonable ni lógica, como que con la misma prueba uno diga que una persona es inocente, y ocho años después, culpable. Son cosas inentendibles. Hay que investigar todo y en todo momento. A los que gobiernan, a los anteriores y los jueces tienen las garantías para hacerlo. Un juez investiga o se va. No debería haber otro camino. Tiene garantías como la inamovilidad y no puede argumentar que no investiga por presiones. Si se siente temor o está presionado, debe denunciar o renunciar. No hay otra posibilidad.
–¿Qué grado de avances tienen las reformas para agilizar la actividad de los Tribunales?
–No están al ritmo que se pretende. Hay muchas cosas para consensuar. Como ser, cuando se habla de horarios, los del interior son diferentes a los de la Capital Federal. Hay que tener una mirada federal. Yo confío en que, en poco tiempo, vamos a tener un Poder Judicial a la altura de lo que la gente está esperando.
–O sea que saben que no tienen una buena imagen.
–No es nuevo esto. Es un proceso dinámico y vamos a estar a la altura de lo que la gente pretende.
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