En la Megacausa se juzgan los delitos de lesa humanidad ocurridos durante la última dictadura cívico-militar en el predio de Campo de Mayo. La semana pasada el gendarme Hernán Walter Barrientos contó casi como una anécdota cómo un grupo de tareas entró por error en la casa de su suegra. El miércoles que viene continuará el juicio que ya lleva 83 jornadas. Son unos 300 hechos los que se investigan ante el Tribunal Oral Federal N° 1 de San Martín.
Uno de los que testimonios sorprendentes fue este último miércoles el del ex gendarme, Ricardo Alberto Espinosa, quien ingresó a Gendarmeria en marzo de 1976 y fue destinado a la quinta del Ministerio de Defensa ubicada sobre ruta 8. "Ahí vivió el general (Jorge Rafael) Videla y nosotros teníamos que custodiar", contó ante los jueces y jueza en la audiencia realizada mediante videoconferencia.
Después detalló que la quinta tenía cinco o seis puestos y las guardias eran de 24 horas. Durante una de ellas, en 1976, vio el accionar represivo: "Lo único que pude ver fue que un día un Ford Falcon se quedó encajado. Vino una tanqueta y sacaron del baúl unas personas", contó al Tribunal Oral Federal N°1 de San Martín y agregó que "eran personas que estaban encapuchadas. Yo estaba cerca de las caballerizas cuando lo vi. La taqueta fue para el fondo de Campo de Mayo".
Aunque después cuando fue consultado por si sabia o habia visto algo más sólo atinó a decir que vio "tres o cuatro vehículos en la zona de las Caballerizas" y que "mucha gente sabía de eso. No se hablaba mucho" aclarando que "la única función que tuve en Campo de Mayo es cubrir la quinta donde vivía Videla".
Botas tejanas
Hace unas semanas, en el juicio declaró, también como testigo, el ex gendarme Ramón Alberto Correa que lloró delante de los jueces y de las partes. “A mí me destruyó la vida", dijo entre lágrimas sobre su paso por Campo de Mayo en las guardias que realizaba en aquellos años. “Estoy dispuesto a colaborar en todo lo que sea doctor. Si tengo que partir quiero partir con la conciencia limpia", expuso.
Sin embargo, en la última audiencia, Espinosa contó que en los momentos en los que se cambiaba para las guardias muchas veces había gente desconocida, que no era de Gendarmeria, "se hablaba de que había un centro y que lo dirigía el Ejercito" y también había visto en un locker unas botas "raras". Esas botas eran de Correa "andaba ahí pero no se que hacía, Correa con botas raras para el lugar", dijo. Después se le recordó un testimonio previo que había realizado durante la instrucción de la causa donde reafirmó lo dicho aquella vez: "Se jactaba que las botas eran de un detenido", era lo que había dicho.
Correa es, precisamente, el gendarme que se puso a llorar. Este testimonio lo pone en el lugar de una persona que se jactaba de usar esas botas "tejanas" (como figura en el expediente) que eran de una persona secuestrada.
El recuerdo del siniestro alemán
Otra parte del testimonio de Espinosa hizo foco en la figura de "el Alemán" un genocida que murió sin condena y quien se encontraba a cargo de los interrogatorios a cargo de los interrogatorios del grupo de tareas 1, un grupo que se dedicaba secuestro, torturas e interrogatorios de las izquierdas de aquel momento.
"Cuando entraba a cambiarme al escuadrón se hablaba del Alemán" contó Espinoza y agregó que "hablaban como era un tipo que era peligroso". Después, ante las preguntas, no dio muchos más detalles.
"El Alemán" era Néstor León López quien actuó en Campo de Mayo y murió en 2008. Griselda Fernández, contó el accionar López durante este juicio. Fernández fue secuestrada en noviembre de 1976 de la casa donde vivía junto a su esposo, su madre e hijos. "El Alemán" la mantuvo en cautiverio, obligándola a sostener una relación bajo terror que se extendió hasta 1982, incluso en Uruguay.
El miércoles que viene continuará el juicio que ya lleva 83 jornadas. Son unos 300 hechos los que se investigan y algunas estimaciones sostienen que el juicio podría terminar para después de la feria judicial.
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