Vanesa Restrepo es una periodista que trabajaba en El Colombiano, un periódico de Medellín, ciudad en la que vive. Sufrió un abuso sexual por parte de su ex jefe, y fue por eso que acudió a las autoridades de dicha empresa a proponer crear un protocolo de atención y prevención de violencias basadas en género en el ámbito laboral. Con esto, Restrepo buscaba que el resto de sus compañeras mujeres tuvieran más herramientas en caso de sufrir algún tipo de violencia en su trabajo y no repitan su historia: la empresa no hizo nada al respecto de este abuso, y la señaló a ella como la responsable del hecho.
Con el apoyo de mujeres de otros puntos del país y de algunos de sus compañeros/as, la periodista colombiana logró que la Corte Constitucional dictara un fallo ejemplar. “Este fallo en Colombia traza la línea por donde vamos a construir un cambio”, indicó Vanesa, en diálogo con Tiempo Judicial, remarcando la importancia de que otros países de la región sudamericana tomen nota de esta resolución de la Justicia colombiana:
“Las experiencias de otros países pueden siempre ser una herramienta adicional para enriquecer lo que sucede en cada uno de nuestros países”.
Dentro de dicha región, Argentina se encuentra más avanzada en términos de derechos humanos con perspectiva de género, pero lejos se encuentra aún de lograr la igualdad. El 86% de más de mil mujeres argentinas dijo haber sufrido algún tipo de violencia en el ámbito laboral durante el último año, según una encuesta de Bumeran realizada en el 2019.
Las mediciones de este tipo de violencia son escasas, también en parte porque las mujeres que sufren acosos, amenazas, humillaciones, discriminación, abuso o violencia sexual y hasta física encuentran condicionamientos para denunciar. En la mayoría de los casos, las agresiones son perpetradas por jefes y, además, las víctimas suelen no encontrar el respaldo suficiente para que denunciar y contar lo sucedido sin que esto les cueste su trabajo, la revictimización por parte de sus compañeros/as y vivir en el día a día laboral un largo camino de culpa, vergüenza y dedos que apuntan con prejuicios machistas.
Según contó la entrevistada, en su país el 98% de las denuncias por violencia de género que llegan a la Corte Constitucional local terminan sin resolución, dado a la poca capacitación por parte de las y los integrantes de su sistema judicial.
Restrepo encontró el camino hacia la Justicia, luego de haber sufrido consecuencias emocionales y psicológicas, de haber sido revictimizada y hasta de haberse visto obligada a renunciar a su trabajo. Hoy tiene su propio medio de comunicación y revolucionó el paradigma judicial con respecto a la violencia hacia las mujeres.
El fallo obliga a las empresas a proteger y elaborar métodos para prevenir que sus trabajadoras mujeres sean violentadas, pero también interpela al Gobierno para que ampare a sus periodistas mujeres, de lo contrario, la libertad de expresión se vería vulnerada y, por ende, la misma democracia nacional.
Incluso, la resolución de este caso será, como un efecto dominó, replicado en casos similares a este en ese país. Al respecto, la comunicadora explicó que “a la Corte Constitucional llegan miles de tutelas (solicitud de protección a derechos fundamentales) y ellos seleccionan algunas que puedan crear jurisprudencia, es decir, que a través de un caso se puedan resolver más casos y dar una línea sobre el proceder judicial y de los entes de Gobierno”.
“La Corte les recomienda a los medios de comunicación que empiecen a incorporar el discurso a favor de la igualdad y a valorar en público el trabajo de las mujeres periodistas, a crear un marco jurídico para sancionar las violencias basadas en género y le pide al Estado colombiano instruir a los operadores de justicia sobre todos estos temas que tiene que ver con género”, indicó también Restrepo, que insta a las mujeres a denunciar y sobreponerse a fin de ponerle fin a “estas violencias que existen en todos lados pero que no se hablan”.
- ¿Podrías presentarte?
-Soy Vanesa Restrepo, soy periodista en Medellín, Colombia. Hace dos años, en el 2019, sobreviví a un hecho de violencia sexual en el que está implicado un ex jefe y ex compañero de trabajo. Ese hecho desafortunado es la base de que, con la ayuda de varias abogadas y abogados de la ciudad, podamos lograr que la Corte Constitucional se pronunciara a favor de mi caso y protegiera así al resto de las mujeres dándoles la oportunidad de vivir una vida libre de violencias y a tener entornos de trabajo seguros.
- ¿Cuál es tu historia?
-Lo que sucedió es que una noche de mayo de 2019 varios integrantes de la redacción de El Colombiano decidimos salir a un bar cercano al sitio de trabajo, ya en la noche, después de una jornada larga a tomarnos unas cervezas y hablar. Esa noche estábamos en un círculo que yo consideraba de confianza. Había varios compañeros nuevos, y estaba mi ex jefe que también consideraba una persona de confianza, así que yo me sentía en un entorno seguro.
Al finalizar la noche, yo no tenía dinero en efectivo, por lo que tenía que ir a un cajero automático a retirar. Esta persona me ofreció llevarme en su carro, acepté para no irme sola a esa hora, pero él termina desviándose de la ruta, alegando que había visto un vehículo de la policía, y que lo podían parar y retener el carro por haber consumido licor.
Me ofrece entonces quedarme en su casa, me dijo que allí estaba su novia y que había otra habitación en la que yo me podía quedar hasta que amanezca para no exponerme en la calle sola. Yo, que consideraba a esta persona de confianza, no le vi mayor problema y me pareció un gesto amable. Se lo agradecí, fuimos a su casa, me ubicó en una habitación y me acosté sola.
Para no entrar en detalles que son difíciles de contar, simplifico al decir que en un momento me desperté porque sentí que me estaban tocando y quitando la ropa, además de otras situaciones que no supe manejar. Mi reacción fue salir corriendo y sentirme culpable, quedarme callada casi por un mes.
Yo tenía mucho miedo, pero no sólo por mí. Esta persona tenía una posición de poder dentro del periódico y tenía a muchas mujeres a su cargo, a muchas de ellas jóvenes que habían llegado de otras ciudades y no tenían a nadie más. Y el miedo que yo tenía era que esa situación se repitiera con alguien más. Esa es la razón por la que un mes después yo decidí hablar con las directivas del periódico, les cuento lo que pasó, y me responden que iban a revisar qué podían hacer, que nunca habían tenido una situación como esa.
Los periodistas de la redacción, aproximadamente unas 70 personas, construimos un documento en el que le proponíamos al periódico crear un protocolo de prevención y atención de casos de violencia basadas en género y también producir algunos artículos informativos para compartir con los lectores, etc. El periódico, en primera instancia, celebró la iniciativa, dijo que le parecía muy bueno que estuviéramos proponiendo cosas y sacáramos algo bueno de eso tan malo que había pasado. Pero pasaron los meses y nunca se hizo nada. Entonces decidí radicar un derecho de petición, que es un documento en el que pido información sobre cómo va el proceso, pero ellos me respondían sólo con evasivas.
- ¿A través de qué herramientas jurídicas te acercaste a la Justicia para denunciar el hecho?
-Con la asesoría de tres abogados, que de manera muy cercana y ad honorem deciden ayudarme en este proceso, entablamos una acción de tutela. En Colombia estas acciones de tutela buscan proteger derechos fundamentales, y en este caso pedimos que se protegiera mi derecho a la información para que incitaran a la empresa a que me respondieran el pedido de información que había solicitado y mi derecho de vivir una vida libre de violencias.
Esa tutela llega a manos de un primer juez que le ordena al periódico que me responda las preguntas que le hice, pero con respecto al resto dijo que no entendía cómo podía yo estar viviendo una vida con violencia adentro del entorno laboral si lo que había sucedido había pasado por fuera del espacio de trabajo. Nosotros consideramos que ese fallo no era correcto ni equilibrado, así que apelamos, pero otro tribunal superior falló a favor de El Colombiano.
En ese momento fue que evaluamos pedirle a la Corte Constitucional que haga una revisión de esa tutela. A la Corte Constitucional llegan miles de tutelas y ellos seleccionan algunas que puedan crear jurisprudencia, es decir, que a través de un caso se puedan resolver más casos y dar una línea sobre el proceder judicial y de los entes de Gobierno.
Varias organizaciones, entre ellas la Fundación para la Libertad de Prensa, un grupo de abogados que se llama De Justicia y un movimiento político de mujeres de Medellín que se llama "Estamos Listas", se comunicaron con la Corte y le enviaron documentos que resaltaban la importancia de seleccionar y analizar esta tutela por el impacto que podría tener en la vida de tantas otras mujeres.
Es por eso que, a finales del año pasado, la Corte selecciona este caso para revisarlo y en abril de este año obtuvimos un fallo que considero que es histórico.
- ¿Sufriste revictimización?
-Muchas mujeres hablábamos del temor y la indignación que nos producía ver esa protección hacia él y la revictimización constante hacia mí u otras mujeres. Hubo charlas, por ejemplo, de la Directora de Gestión Humana de la empresa donde ella cuestionaba mi ropa o me preguntaba a mí porqué había tomado cerveza o por qué me había subido a un carro con un hombre que no era mi pareja, y me decía básicamente que la responsabilidad de cuidarme era mía.
Nunca le preguntaron a él esas mismas cosas, nunca lo cuestionaron por haber tomado. El problema entonces era que yo era mujer, y esto desgastó muchísimo la relación laboral. Yo estuve unas semanas en mi casa calmándome, y con tres amigos periodistas y una antropóloga teníamos ganas de crear algo distinto. Sentíamos que en Medellín, la ciudad donde vivo, no había muchos espacios dedicados a la investigación periodística y decidimos montar un portal que llamamos El Armadillo, que entró a funcionar este año, con una repercusión que nos ha impresionado y alegrado muchísimo. Y mientras el proyecto despega, he estado haciendo trabajos como free lance, contenidos para distintas empresas y cosas así para solventar mis gastos.
Yo llevaba más o menos 4 años trabajando en el periódico cuando ocurrieron los hechos, no había problemas con mi desempeño laboral, yo estaba muy contenta con mi trabajo, era una periodista muy feliz con lo que estaba haciendo y con el equipo de trabajo que tenía. Y pues básicamente la protección que yo sentí que había para esta persona que me agredió, y ese miedo de volver a encontrármelo fue lo que me llevó a renunciar en octubre de 2020. La Corte entiende esto como una revictimización y le pide al periódico que me reintegre, cosa que yo en este caso no acepté porque ya tenía un proyecto periodístico independiente construido con amigos.
- ¿Te sentiste apoyada en la lucha contra la empresa por tus compañeras/os?
-Yo sí me sentí apoyada. Hubo quienes me creyeron y quienes no, pero está la libertad de cada uno creer lo que quiera, pero sí sentí el apoyo de muchas personas que incluso sin conocerme, me creyeron. Denunciar no es sencillo, hablar de cosas que a uno le generan culpa, miedo, que desconoce, son muy difíciles.
Pero también hubo gente que me cuestionó, que me exigía pruebas, incluso el video del hecho, cosas que yo por las circunstancias en las que ocurrieron, no tenía. También hubo quien insinuó que yo hacía esto por fama, a lo que les respondí que hay muchas otras formas de buscar la fama y creo que nadie quiere fama específicamente por una cosa tan compleja.
Hubo de todo, pero yo llevo en el corazón y les agradezco a todas esas personas que en ese momento me escucharon y me apoyaron.
- ¿Qué dictaminó el fallo de la Corte Constitucional de Colombia?
-Esa sentencia se identifica con el número 340/2021. Es un documento de más de 120 páginas en el que la Corte da una revisión a todo el tema que tiene que ver con violencias basadas en género, y la hemos considerado histórica porque no solamente resuelve mi caso, sino que también da una línea para que todo el Gobierno y las empresas tomen acciones para garantizar a las mujeres una vida libre de violencias.
En lo más específico, que es mi caso, la Corte me dio la razón y le ordenó al periódico que me responda las preguntas que le formulé en primer lugar, que hiciera este protocolo que le propusimos, y no sólo que lo ejecute sino también que le pidió algunas actuaciones específicas, ya que, aunque reconoció que el hecho no sucedió en un entorno laboral, sí afecta a ese entorno. Por eso, le ordenó hacer ajustes en jornadas laborales para que cuando haya alguien denunciando y un agresor afectando o revictimizando a quien denuncia, haya canales de atención psico-social e incluso algo de asesoría jurídica.
No se trata de entregarles a las empresas la responsabilidad de un acto de una persona en particular sino de evitar que esas empresas revictimicen a quienes estén denunciando. Le pide también que aplique una política pedagógica interna para capacitar al personal, sobre todo en estos temas que tienen que ver con violencias basadas en género. Y, en mi caso particular, le ordenó incluso que me reintegre al trabajo porque reconocen que mi denuncia es una consecuencia de lo que sucedió.
Este fallo toca también a todos los medios de comunicación del país porque reconoce que las mujeres vivimos algunas situaciones de riesgo, y si bien los periodistas en general en Colombia todos tenemos un nivel de riesgo alto por nuestra actividad, las mujeres tenemos, además de ese riesgo que tienen todos los hombres, riesgos adicionales asociados al género.
- ¿Considerás que en tu país las mujeres que son periodistas están más expuestas a situaciones de violencia?
- Tengo compañeras de trabajo que han sido acosadas por sus fuentes o que son obligadas a cambiarse de ropa para ir a algún sitio a cubrir un hecho simplemente porque pueden ser agredidas por personas que estén ahí, por fuentes, por actores armados, legales o ilegales, hay muchas cosas. La Corte reconoce eso y dice que, sin la presencia de las mujeres en el periodismo, la democracia se vería seriamente comprometida. E incluso citan un informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos llamado “Mujeres periodistas y libertad de expresión”, donde se reconoce que las mujeres solemos ser víctimas de comentarios sexistas, que hay una tendencia a la agresión sexual y física que muchas veces se traduce en censuras y que incluso, como consecuencia de esas violencias, muchas terminamos renunciando a nuestros trabajos.
La Corte entonces les recomienda a los medios de comunicación que empiecen a incorporar el discurso a favor de la igualdad y a valorar en público el trabajo de las mujeres periodistas, a crear un marco jurídico para sancionar las violencias basadas en género y le pide al Estado colombiano instruir a los operadores de justicia sobre todos estos temas que tiene que ver con género. Eso es muy importante porque en Colombia el 98% de los delitos que tienen que ver con violencias basadas en género quedan en la impunidad. Básicamente, porque muchas veces los jueces no entienden la problemática, tienen normalizadas muchas de esas violencias o simplemente no entienden lo que eso genera para nosotras.
Y finalmente, la parte más impactante del fallo es que no se queda solamente en el gremio periodístico sino que la Corte también exhorta al Gobierno nacional en el Congreso de la República para que Colombia ratifique el convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo que trata específicamente sobre el acoso y la violencia en el mundo del trabajo y eso es muy importante porque va a permitir que haya algunas acciones que facilite la vida y la denuncias y acceso a la Justicia de todas las víctimas de violencia sexual y acosos en entornos laborales.
- ¿Es frecuente la violencia hacia las mujeres en el ámbito laboral de Colombia?
- No hay estadísticas en Colombia que nos mida si hay mucha o poca violencia hacia las mujeres en el ámbito laboral. Yo sí sé que una vez mi caso se hizo público a través de redes sociales gracias a mujeres de muchísimas partes el país y de todo tipo de ambientes laborales, es decir, no eran exclusivamente periodistas. Me contactaron y me contaron casos de acosos y abusos que en su mayoría nunca fueron denunciados por miedo. Situaciones de jefes que las presionaban para sostener relaciones o para acceder a ciertos coqueteos y pretensiones bajo la amenaza de un despido, de un proceso disciplinario. Mujeres incluso que sufrieron hechos de violencia que denunciaron y la consecuencia fue que las despedidas fueron ellas y no los agresores. Entonces yo creo que es algo que sí sucede pero que no se habla. Además, tiene una carga fuerte para la denunciante porque empiezan los cuestionamientos o las preguntas sobre nuestro comportamiento, nuestra vestimenta. Y eso, sumado a la carga y el trauma que genera, es muy difícil de manejar.
- ¿Considerás que la Justicia argentina y de otros países deberían tomar nota de este fallo ejemplar colombiano?
-Espero que muchos otros países tomen nota de esta experiencia que sucedió acá, porque lo que pasó no es algo exclusivo de Colombia, sucede en todas partes a distintas escalas, pero es una realidad latente. Lo que tiene que ver con medios de comunicación en la búsqueda de conocer y entender qué era un protocolo de prevención y atención de violencias basadas en género, me encontré con que los medios de comunicación en Argentina van un par de pasos más adelante que en Colombia, y me alegró mucho pensar que mis colegas en Argentina tienen algunas herramientas más para poder hacer respetar y valer sus derechos. Aun así, las experiencias de otros países pueden siempre ser una herramienta adicional para enriquecer lo que sucede en cada uno de nuestros países.
- ¿Qué podés decirles a otras mujeres que estén sufriendo acoso o violencia laboral y no se animan a denunciar por miedo a perder sus empleos?
-Mi mensaje para cualquier mujer que esté sufriendo un hecho de violencia o acoso, sea o no en un entorno laboral es “no es tu culpa”. Nunca es tu culpa. Puedes vestirte como quieras, puedes ser la mujer que quieres ser y eso no le da el derecho a absolutamente nadie de hacer nada que tú no quieras hacer.
Sabemos que hablar es difícil y da miedo, pero lo que no se nombra no existe, entonces denunciar creo que es muy importante, porque en la medida que tengamos esas denuncias visibles, vamos a visibilizar el problema y a encontrar soluciones como sociedad. Sino lo que va a suceder es lo que viene sucediendo históricamente, y es que el problema se mete debajo de la alfombra, entonces nadie lo ve y de eso nadie habla.
Hay que hablar, busquen a una amiga o persona de confianza que las pueda escuchar, charlar y quitar la carga. Poder contar lo que sucedió y nombrarlo ayuda de cierta manera a quitarle el peso que tiene sobre uno todo eso que sucedió.
Y otro mensaje que quisiera darle a las víctimas o sobrevivientes de hechos de violencia en entornos laborales es que yo sé que el miedo a perder el empleo es muy grande. La situación económica en toda la región es muy compleja, pero trabajar con miedo no es una opción, no es viable. Yo creo que como mujeres y como cualquier persona no sólo tenemos derecho a trabajar, sino también a trabajar en ambientes seguros donde podamos estar tranquilas.
Si una está 8 horas en una sala de redacción o una oficina, lo mínimo que se necesita allí es poder estar tranquila. Y eso también les sirve a las empresas, porque sus empleados tranquilos son más felices o más creativos y en el caso del periodismo, hay mejor información, y la sociedad termina ganando. Es un miedo que lo entiendo porque yo también lo viví, pero quedarse callada creo que es la peor de las opciones, porque toda la culpa y la carga termina recayendo en quien menos debería, que es la víctima.
- ¿De qué manera creés que el fallo judicial que lograste ayudará a prevenir que otras mujeres sufran las mismas situaciones que vos?
-Este fallo me llena de esperanza porque creo que traza una línea. Tenemos que construir un camino como país y como sociedad para proteger a las mujeres de desigualdades históricas y de violencias que están normalizadas. Este fallo en Colombia lo que hace es trazar la línea por donde vamos a construir un cambio. Considero que es un avance muy significativo. Ya las empresas saben que tienen el deber de empezar a investigar, indagar, de trabajar en protocolos, así como se habla de acoso laboral, hay que empezar a hablar de abusos sexuales y otras violencias basadas en género y me llena de esperanza pensar que eso va a permitir que menos personas lleguen a ser víctimas de violencias basadas en género.
Y si igual sucediera, que al menos haya canales de atención en las que ellas no vuelvan a ser victimizadas, donde no sean cuestionadas, donde no aumenten sus miedos, o las culpabilicen por algo por lo que ellas no son responsables y por supuesto que no se proteja a los acosadores y abusadores como siento que se ha hecho hasta ahora.
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