El flamante presidente de la Cámara Federal de Casación Penal durante el 2022, Alejandro Slokar, habló tras ser electo repasando su relación con el presidente de la Corte, con el Gobierno Nacional y sobre las críticas por ser un referente de la agrupación “Justicia Legítima”.

Alejandro Slokar vuelve el año venidero a la presidencia del Máximo Tribunal Penal del país tras un año de conflictos internos que buscar solucionar y consensuar. Podemos repasar varios conflictos como entre las dos juezas y un juez por violencia de género, las denuncias a dos camaristas por visitas a Olivos al expresidente Macri así como conflictos con la presidencia que ejercía Gustavo Hornos, también denunciado por el Gobierno por fallos adversos a funcionarios kirchneristas en sintonía con la “mesa judicial de Cambiemos”.

Sobre su elección por "unanimidad", Slokar explicó que "resultó durante acuerdo por la declinación de sus postulaciones de parte de algunos colegas, y también el apego al reglamento, que impone la designación en base a un orden de prelación por antigüedad. Este año completé la década en la Cámara, junto a los más de 40 de trabajo en el Poder Judicial. En definitiva, aún partiendo de diferencias significativas, primó la responsabilidad en el interés por una posición colectiva uniforme, sin antagonismos estériles, en resguardo de la institucionalidad".

En este sentido, Slokar asume la presidencia de una Cámara de Casación al borde del estallido donde juezas como Ángela Ledesma y Ana María Figueroa, que será vicepresidenta, denunció a su par Juan Carlos Gemignani por violencia machista. En este sentido, explicó que “alguna vez la quietud rutinaria, indispensable para la tranquilidad en tan altísima labor, se rompió por episodios deshonrosos que padecieron juezas y funcionarias del tribunal. Un deber de prestación regular y eficaz de justicia, del cual nuestra obligación es promover y garantizarlo, está llamado a impedir que estos hechos se oculten y que se repitan, tanto más desde la actual demanda de feminización del Judicial, que ojalá temprano se concrete. Por algo la iconografía de la Justicia siempre tuvo forma de mujer”.

Sobre las “visitas a Olivos a Macri”, el juez Slokar dejó sentada su posición ante sus colegas Hornos y Borinsky denunciados justamente por el actual ministro de Justicia, Martín Soria, de jugar al tenis en la quinta de Olivos con Macri y luego firmar fallos adversos a los funcionarios kirchneristas con causas en trámite en Comodoro Py.

“Expresé ante los colegas mi punto de vista en relación al deber de integridad en la función judicial cuando consideré imperioso no callar, porque se comprometía la situación del conjunto. Y en más de una oportunidad señalé que no soy juez de jueces, ya que ello quedó en manos de magistrados a cargo de la investigación y del propio Consejo de la Magistratura. Sólo me cabe recordar que diariamente los jueces tenemos una altísima responsabilidad ante la sociedad en el ejercicio de la delicadísima tarea encargada, que no es más -ni menos- que la aplicación honesta de la ley”, aseguró Slokar ante la agencia Télam entrevistado por Ariel Zak.

Su relación con Rosatti

Por último, pero no menos importante, Slokar señaló que tiene muy buen vínculo con el actual presidente de la Corte Suprema de Justicia, Horacio Rosatti, pese a ser señalado por grande medios de comunicación como un “juez kirchnerista”.

“Importa siempre la valoración colectiva en términos de los resultados que se acompañan. Cuando fui honrado por el presidente Néstor Kirchner para desempeñarme durante más de un lustro como secretario de Política Criminal, supe acompañar entre tantos ministros al actual presidente de la CSJN Horacio Rosatti, con quien tuve y mantengo un vínculo de respeto y consideración, que creo recíproco”, explicó el magistrado que no oculta ser discípulo de Eugenio Zaffaroni.

Y explicó ante las críticas que “cada juez es portador de una ideología, si así no fuera sería un eunuco. Y además produce en cada sentencia un acto político, de estado, que nunca puede verse afectada por parcialidad, porque entonces será un juez partidista y dejará de ser árbitro para transformarse en jugador. Entonces es cuando se tuerce el Derecho y se termina perdiendo la confianza en los tribunales. En definitiva, se degrada el sistema democrático”.