Varios testimonios se escucharon en la cuarta jornada en el juicio por la verdad por la Masacre de Napalpí ocurrida en 1924. Esta semana las audiencias se realizaron en la Casa de las Culturas en Machagai, provincia de Chaco. La semana que viene las audiencias se trasladaran a la Ex Esma en la ciudad de Buenos Aires.  

Matilde Romualdo, nieta de la sobreviviente Lorenza Molina, se mueve lento y llega al estrado con sus 90 años acompañada por una psicóloga y un traductor. Al pasar saludo al uno de los fiscales, Diego Vigay, y sonríe antes de sentarse frente a la jueza Zunilda Niremperger. Con un pañuelo en la cabeza no para de saludar a todos los que están allí, parece contenta. “¿Dónde vive?”, le pregunta la jueza, “Acá nomás”, contesta.

Es que la audiencia por primera vez desde el inicio de la causa se trasladó a Machagai, el municipio donde se encuentra Napalpí. Matilde contó que su abuela le dijo que “dispararon al monte” cuando fue la matanza y comían frutos de allí para sobrevivir. La nieta relató cómo su abuela contaba sobre “la matanza” y “ella contaba y nosotros escuchábamos” dijo.

El hijo de Melitona Enrique, Sabino Irigoyen de 65 años, fue uno de los que testificó esta semana. “Yo quiero hablar en mi dialecto en todo lo que me contó mi anciana madre” dijo para comenzar. Irigoyen narró que ya en los días previos de la masacre se sabía que había un plan para exterminarlos debido a las molestias que generaban los reclamos laborales. “Cuando ellos empezaron a reclamar el aumento de salario, la gente no le gustaba, les decían que se conformen y que sigan trabajando”, contó Irigoyen y agregó que “el mensaje era que si ellos no dejaban de protestar iban a tener una consecuencia grave”.

Contó también como un avión voló en la zona varios días antes de la masacre. “Llegó un día donde fuimos sorprendidos, llegaron las autoridades policiales que primero largaron tiros al aire, y cuando salimos afuera y empezamos a ver personas caídas. Lo que hicimos fue correr y protegernos”, dice Sabino que le contó su mamá.   

“Dejen de joder porque esto está cansando a los grandes empresarios”

“Mi mamá no quería que yo hable Qom, porque tenía miedo de que si escuchaban que hablábamos así nos iban querer matar. A mí no me enseñaron nada en su idioma”, contó Lucia Pereira, hija de sobrevivientes. Con 80 años ella contó que “los hacían trabajar como un animal”  y sobre el día de la masacre contó que su papá le dijo que “ellos llegaron y nosotros fuimos sorprendidos. El día de la masacre el ejército llegó, hizo el descargue, y eso… empezaron a disparar y los demás a correr, a disparar al monte”.

“Mi papá vivió 30 días en el monte, cuando estaba por irse monte más adentro cuando lo descubrieron y le dispararon en el hombro y él siguió escondido así, con la bala ahí. Siempre me decía mi papá, que él pidió que alguien agarre una gillete y le saque la bala porque se veía sobre su piel pero nadie se animó a cortarlo, no se le podía sacar, mira si le cortábamos un nervio y no dejaba de sangrar”, contó.

“Dejen de joder porque esto está cansando a los grandes empresarios”, relató Pereira que dijo un emisario de Buenos Aires días antes de que comenzara la masacre. “Una cantidad de gente murió señor, chicos, mujeres embarazadas, gritaban las mujeres: ‘No me maten mis hijos, no me maten mis hijas, no maten a mi marido, no maten a mi madre’. Un solo griterío, pero le metralleaban nomás”, dijo.

Cristian Enriquez, nieto de la sobreviviente Rosa Chará que tenía 11 años al momento de la masacre, también contó lo que le relataba su abuela y detalló que su abuela “tenía mucho miedo de dar testimonio porque pensaba que la iban a matar” pero después contó que “desde un avión tiraban caramelos y cuando ellos se juntaban les tiraban bombas”. Y también recordó que su abuela “también recuerda que a las mismas personas que iban a matar les hacían hacer las fosas donde se las iba a enterrar”.

Durante la jornada del martes pasado declararon, además de Matilde, Sabino, Cristian y Luciana, los otros hijos e hijas de sobrevivientes Salustiano Romualdo, Cristina Gómez y Guillermo Ortega. También se oyeron los relatos de los investigadores indígenas Qom y Moqoit, Raúl Fernández, Raquel Esquivel, Gustavo Gómez, Viviana Notagay, Juan Carlos Martínez y Florencio Ruiz; quienes a través de su trabajo reconstruyeron cómo funcionó la reducción Napalpí.

Las próximas dos audiencias se realizarán en el Centro Cultural Haroldo Conti, ubicado en la ex Esma, en la ciudad de Buenos Aires. Serán los próximos 10 y 11 de mayo. En esas jornadas se escucharán los testimonios de los investigadores Marcelo Musante, Nicolás Iñigo Carrera, Jorge Ubertalli, Lena Dávila, Alejandro Covello, Alejandra Aragón y Eva Nazar Gaulo. Y el 11 será el turno de Silvina Turner, Valeria Mapelman, Carlos Salamanca, Héctor Trinchero, Mariano Nagy, Diana Lenton y Eugenio Zaffaroni. Después de las audiencias en Buenos Aires se espera que el 19 de mayo comiencen los alegatos de la Fiscalía y las Querellas en la Casa de las Culturas de Resistencia Chaco.