Abel Alejandro Romero Lugo, de 27 años, fue sentenciado a prisión perpetua por haber degollado y enterrado a su expareja, Cristina Beatriz Iglesias, y a su hija de 7 años, Ada Antonia Iglesias, en el fondo de su casa.

El hecho sucedió en el inicio de la cuarentena, durante marzo del 2020, en la localidad de Monte Chingolo, partido de Lanús.

El veredicto fue dictado por el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N°2 de Lomas de Zamora, pero de no haber sido por la intervención de los abogados Paula Ojeda y Mariano Lizardo como parte de la querella, la carátula del caso podría haber sido “homicidio simple”.

“Nosotros como parte querellante entendemos que es tan importante tener la figura del particular damnificado para representar a las familias de las víctimas. En nuestro caso, el tribunal dio lugar a toda la carátula que habíamos pedido nosotros, donde desde ya planteamos que había sido un doble femicidio”, expuso la abogada Paula Ojeda en diálogo con Tiempo Judicial.

La entrevistada tiene dos masters internacionales: uno en igualdad de género y otra en prevención de violencia de género y también es referente en temas de género en el deporte, por lo tanto, comprende la importancia de que la figura de “femicidio” sea respetada en el Poder Judicial.

Finalmente, la defensa de la familia de las víctimas han logrado que el hecho sea caratulado como “homicidio calificado por el vínculo y por haber sido perpetrado por un hombre contra una mujer mediando violencia de género en concurso real con homicidio calificado por su comisión por alevosía”. Al respecto, Ojeda celebró: “Estamos completamente satisfechos con el resultado. Se logró todo lo que veníamos peleando. El tribunal estuvo a la altura de las circunstancias y no se dejó llevar por el pedido de la fiscal Selem de caratular este crimen como homicidio simple, sino que evaluó todas las pruebas para llegar a esta condena contundente”. 

-¿Cuáles son los detalles del caso?

-Este hecho sucedió en los primeros días del aislamiento por la pandemia, allá por el 19 de marzo. Cristina comenzó a dejar de responder los mensajes de WhatsApp que solía cruzar con su hija Dolores (20) cerca del día 24 o 25 de marzo. Siempre entre ellas hacían video llamadas porque no vivían juntas. Ahí Dolores advierte que su mamá le contestaba de una forma que no era usual, o no accedía a los llamados. Ella se preocupó, y fue hasta la casa de su mamá que convivía con Abel Romero, el detenido. 

Dolores tuvo que hacer una peripecia para poder entrar a la casa hasta que lo consiguió, y allí advirtió que había tierra removida en el fondo de la casa pero no le dio mayor trascendencia. Encontró cosas que no le cerraban dentro de la casa, por ejemplo, un peluche de Ada dentro del lavarropas. Los colchones estaban mojados y sin sábanas. Luego llegó el imputado como si nada.

Dolores con su tío, Fernando Iglesias, fue a hacer la denuncia y allí comenzó la búsqueda. Enseguida nosotros (por ella y Lizardo) nos contactamos porque lo conocemos a Fernando, y le dimos una mano en todo momento. 

-Hasta entonces era sólo una desaparición, ¿no?

-Sí, pero llamaba mucho la atención que ellas faltaran en plena cuarentena, los colchones mojados, faltaban sábanas. Había muchos indicios que a nosotros como abogados nos comenzó a llamar la atención. 

La fiscalía trabajó excelente tras la denuncia. Fueron perros dos veces a la casa. Primero, los que buscan a personas vivas, no hallaron nada. Luego se solicitó que fueran los perros que rastrean restos de humanos, y con ese sistema las encontraron en el fondo de la casa, enterradas. Ambos cuerpos estaban envueltos en una sábana. 

-La fiscal de juicio a cargo había dicho que no se tenía que caratular este hecho como femicidio, ¿por qué?

-Es así. La fiscal de juicio Selem dijo que ella creía que era un homicidio simple, que había que ver si se podía acreditar el vínculo, que lo acreditamos perfectamente. 

Nosotros como parte querellante entendemos que es tan importante tener la figura del particular damnificado para representar a las familias de las víctimas. En nuestro, el tribunal dio lugar a toda la carátula que habíamos pedido nosotros, donde desde ya planteamos que había sido un doble femicidio.

-¿Qué va a pasar con los cuerpos de Ada y Cristina?

-Ahora estamos por pedir la exhumación de los cuerpos porque la familia los quiere cremar. Aún están a disposición de la Justicia. 

-Romero Lugo tuvo inconsistencias en sus declaraciones, ¿fue eso lo que lo incriminó?

-Él en su declaración testimonial declara que fue el autor del hecho. Luego en comisaría dio otra versión y luego volvió a cambiar. Es más, en uno de los días de juicio oral del debate pidió la palabra y dijo que la vecina es la que quería matarlas para quedarse con la casa. Nosotros llamamos a esa vecina para que declarara y fue contundente la evidencia de que ella no había tenido nada que ver con el hecho. 

-¿Cómo vivieron el proceso judicial?

-Fue muy duro. No por las idas y venidas del imputado porque llegamos con pruebas más que suficientes al debate. El dr. Lizardo estuvo presente el día que sacaron los cuerpos porque el fiscal a cargo, con total predisposición, nos comunicó que los perros habían encontrado un lugar y que nos iba a esperar hasta que llegáramos para poder estar en ese momento. Yo no fui porque es difícil para mí presenciar eso. 

El debate fue duro también porque más allá de la constancia de la autopsia y todo, había dificultades. Y escuchar a viva voz los testimonios tanto del personal policial que encontró los cuerpos, como de los familiares y los vecinos es muy movilizante. 

Este trabajo que hicimos con Lizardo lo hicimos ad honorem. Nos pareció que teníamos intervenir porque era una injusticia muy grande. Si no estábamos nosotros atrás, esto quedaba como un homicidio simple y el femicida en 20 años salía nuevamente en libertad. 

Paula Ojeda, abogada de las víctimas.

-¿El condenado tiene alguna enfermedad psiquiátrica?

-No, nada. La defensora presentó la pericia psiquiátrica y psicológica y la verdad es que no tiene ningún impedimento para no ser imputable.

-Es entonces lo que se llama un “hijo sano del patriarcado”.

-Sí, es así. Hay una testigo que contó que él en algún momento había dicho, antes de que sucediera el hecho, "esta vieja está para matarla" y quedarse con la casa, refiriéndose a Cristina. Al momento del fallecimiento de Cristina, ella tenía 40 años y él tená 25.

Por otro lado, él tenía un afecto muy grande por Ada. De hecho, Cristina muchas veces la dejaba al cuidado de Abel porque era muy bueno con la nena, por eso es increíble que la terminara matando de esa manera. A Cristina no sólo la asfixió sino que luego le aplicó entre 7 y 8 puñaladas, después de fallecida. A Ada le pegó un golpe en la cabeza y luego la apuñaló. Las envolvió a cada una con las sábanas y las enterró en el fondo de la casa. Luego lavó ropa y hasta el osito de peluche que tenía Ada en la cama. A Cristina la mata en la cocina, la nena empieza a llorar, va a la habitación, y ahí la asesina, en su cama. Esto es claramente un caso de violencia de género. 

-Como abogada estás involucrada en varias causas de violencia de género. ¿Cómo es el tratamiento en la Justicia en otros casos de esta materia?

-Siempre digo que no podemos tener la misma mirada para todos los jueces, juezas o fiscales, porque muchas y muchos se adaptaron, tomaron conocimiento de la perspectiva de género. También hay una gran diferencia, lamentablemente, en la Justicia de CABA y de la provincia de Buenos Aires. Esto puede ser por la falta de empleados/as en fiscalías y juzgados, de presupuesto, y hay un montón de situaciones como hostigamiento y acoso que en CABA con el Código Contravencional de la Ciudad son súper efectivas y salen muy rápido; en cambio, en Provincia la verdad es que nos cuesta un montón. Tengo una causa de abuso sexual en Lomas de Zamora que hace un montón que está ahí y no hay movimiento. Es tremendo lo que se tarda. Por eso creo indispensable la aplicación efectiva de la Ley Micaela.