Según un análisis del Ministerio Público Tutelar, el 80% de los niños, niñas y adolescentes que logran declarar que fueron víctimas de abuso sexual lo hacen tras tener clases de Educación Sexual Integral (ESI). En su mayoría, son adolescentes de entre 12 y 14 años.
Ante este dato, Tiempo Judicial consultó a Alejandrina Román, psicóloga, sexóloga y especialista en abuso sexual infantil, fundadora de CEPAS Mendoza y delegada de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana. Al respecto, explicó: “La educación sexual tiene gran influencia en los niños, niñas y adolescentes, porque les brinda herramientas para romper el silencio y declarar que en alguna ocasión fueron víctimas de abuso tanto físico como sexual”.
Román señaló que la ESI no sólo le permite a esta población “hablar de ese secreto que a veces han guardado durante años”, sino que les brinda un entorno de contención donde puedan buscar ayudar.
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“Es sumamente importante que la ESI sirva de contención, no sólo de información para detectar los abusos, que siguen siendo el mayor tabú de nuestra sociedad. Hay que instrumentarlos y dar mensajes de que el cuerpo le pertenece sólo al niño o niña y que ningún adulto, así sea familiar, amigo, entrenador, religioso o quien fuere, puede tocar el cuerpo o las partes íntimas de ese infante o adolescente”.
Separar al agresor de la víctima y llevarlo/la a la Justicia no es la finalidad única de la ESI, sino también “liberar al infante del estigma que genera guardar ese secreto, ya sea por vergüenza o por las amenazas que han recibido del agresor”.
De hecho, Alejandrina explicó que en Argentina “sólo el 2% de las denuncias por abuso sexual infantil llegan a una sentencia para el agresor”; mientras que la UNICEF estima que una de cada 5 niñas y uno de cada 13 niños son abusados sexualmente en nuestro país. Todo esto expone que sin educación sexual, el acceso a la Justicia por parte de las infancias y adolescentes se dificulta.
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