El juicio que comenzó el pasado miércoles por supuesto el parricidio de la pareja de agricultores Hilario Kirschner y Mirta Sachser, ocurrido en septiembre del 2019, y que tiene en el banquillo de los acusados a su hijo Alejandro Daniel Kirschner, de 26 años, sumó tres nuevos testimonios y finalizó ayer con esta etapa del proceso. 

El debate oral por el doble homicidio ocurrido en Andresito, donde el matrimonio tenía su domicilio, se lleva a cabo en el Tribunal Penal 1 de Eldorado, provincia de Misiones. En tanto, será el lunes 27 de febrero cuando se retome el proceso continúe con los alegatos de las partes e incluso se podría dar el veredicto del tribunal.

Cabe recordar, que Alejandro Daniel Kirschner está señalado como acusado por doble homicidio agravado por el vínculo y por el uso de arma de fuego, en concurso real con portación de arma de fuego de uso civil, sin la debida autorización legal. El joven, en el caso de ser considerado culpable, puede ser condenado a cadena perpetua.

El caso

Según se estableció a través de las investigaciones y los peritajes, la pareja fue asesinada entre la noche del sábado 21 y madrugada del domingo 22 de septiembre de 2019, en su vivienda del paraje “Las 500”, de Comandante Andresito.

Según el hijo, Alejandro, en el momento del hecho estuvo ausente casi todo el día y regresó cerca de la medianoche. Cuando llegó a su casa, la que compartía con sus padres, se encontró con los cuerpos sin vida y fue a pedir ayuda hasta la casa de unos familiares. Asimismo, se le detectó una herida que argumentó que se la hizo por el ataque de uno de sus perros, a quien habría atropellado ese mismo día. 

Cuando comenzó a ser investigado, admitió que tenía una relación conflictiva con su padre y reconoció su adicción a las drogas. Según la justicia, lo que ocurrió esa noche pasadas las ocho de la noche fue que el joven primero hirió a su padre en el living de la casa, golpeándolo con algo contundente mientras veía televisión. Luego atacó a su madre, que se hallaba haciendo pan.

Los detalles macabros del caso indican que ambos fueron llevados aún con vida al dormitorio, donde les disparó con un rifle calibre 22 que desapareció y nunca fue hallado.

Los indicios

Alejandro fue señalado y detenido nueve días después del hecho, ya que sobre la cama se encontró una huella de zapatilla que coincide con la que calzaba ese día, además de que la historia del robo no coincidía con que su habitación fue la única que no se tocó.