La imagen de una madre, errática, derruida literalmente por el dolor que se adivina inexplicable, aparece clamando públicamente por algún dato que alimente la esperanza interna de “saber algo” que coloque, aunque mas no sea potencialmente en el mundo de los vivos, a la hija que hace varios días que no da señales de vida, que se ausento de su hogar y ya no contesta el teléfono, en definitiva, que ha desparecido sin dejar rastros que permitan siquiera suponer el porqué de su actitud.
La imagen, aguda, desgarradora, se repite y replica en cada madre, padre, hermano, pareja que percibe, sin entender el porqué, su vida esta cambiando tan a prisa, como el tiempo transcurrido desde la última vez que supo algo de su ser querido, al que hoy busca desesperadamente, sin saber cómo hacerlo.
Una sociedad de construcción compleja como la nuestra, suele estar alerta ante los estímulos que significan los auto percibidos problemas diarios cuya solución incluso, escapa a las capacidades individuales que uno tiene; quizá circunstancias vinculadas a la inseguridad ciudadana quiten del radar de lo “importante”, la temática dolorosa de la perdida mediante extravío de personas, de ciudadanos, en definitiva de familiares, cuyo grupo de pertenencia ha comenzado el mortificante camino de sufrir la falta del ser querido.
Un familiar no se extravía todos los días y ahí radica quizá la falta de visibilizacion que esta temática tiene para el grueso de la sociedad, que, con ciertos bemoles, machea la posibilidad de extravío de un familiar a la franja etaria que estos transitan, asociando de manera completamente acrítica el factor temporal a enfermedades cognitivas.
Puede que un familiar adulto mayor no sea el actor principal en un escenario como el que se preconfigura, pues muchas de las personas que faltan de sus hogares son mujeres de corta edad, niñas y también jóvenes masculinos que un día se ausentan sin motivo de sus lugares rutinarios, consolidando a través del tiempo esa categoría cuya sola mención genera angustias, hablamos de desaparecidos.
El fenómeno de las personas desaparecidas sin causa aparente es un hecho dramático del que cualquier persona puede ser víctima, directa o indirecta. Nadie está exento de que un día nuestros padres, hermanos, parejas e hijos, puedan desaparecer de nuestras vidas sin saber qué les ha podido pasar y, sobre todo, dónde están. Es una situación anímica muy difícil de gestionar, especialmente cuando las desapariciones se prolongan en el tiempo.
La falta de respuestas de organismos que se suponen calificados para la intervención ante hechos de esta naturaleza en el contexto de una densa burocracia de carácter reactivo, revelan la falta de capacitación que en materia de búsqueda de personas, exhiben los actores del sistema, entendiendo como tales a integrantes de los cuerpos policiales, de las distintas fuerzas de seguridad e integrantes del poder judicial y del Ministerio Publico, quienes por falta de expertisse terminan dilapidando el principal recurso en este tipo de investigaciones, que es el tiempo.
A la fecha no hay integrantes de los cuerpos interventores, sancionados administrativamente o investigados judicialmente por las consecuencias que sus intervenciones actuariales, por acción u omisión hayan ocasionado en diferentes hechos de búsqueda de personas extraviadas; un triste ejemplo de lo expuesto es el caso de la desaparición del niño Loan Danilo Peña que se encuentra desaparecido desde el 13 de junio de 2024, de quien se sospecha que fuera víctima de un rapto o secuestro.
La intervención de redes de trata o bien de bandas criminales organizadas con participación en este tipo aberrante de delito, se calcula en menos del 1 por ciento del universo de las personas buscadas en nuestro país.
ORGANISMOS PUBLICOS Y ENTIDADES INVOLUCRADAS.
En nuestro país, funciona dentro de la órbita del Ministerio de Seguridad de la Nación el Sistema Federal de Búsqueda de Personas Desaparecidas y Extraviadas (SIFEBU), creado por Decreto Presidencial 1093/2016.
Entre las acciones que lleva adelante el SIFEBU, destacan el diseño de acciones y programas, como el de “ALERTA SOFÍA”, sistema de emergencia ante casos de niños, niñas o adolescentes desaparecidos que puedan encontrarse en grave peligro. El sistema de alerta difunde de manera inmediata la imagen e información del niño, niña o adolescente desaparecido a través de los dispositivos móviles y medios de comunicación masiva como la televisión, el correo electrónico, y las redes sociales.
El objetivo es llegar al mayor número de personas posibles y poder encontrar al menor buscado sin dilaciones, en la lógica de priorizar acciones que pongan en valor el factor tiempo. Asimismo, articula con los magistrados a cargo de las investigaciones el apoyo federal necesario para poder realizar investigaciones eficientes, colocando a disposición de los funcionarios judiciales distintos recursos especializados, tanto de las Fuerzas Federales de Seguridad como del propio SIFEBU.
Otra de sus funciones es la de registrar todos los casos de personas desaparecidas y personas halladas con identidad desconocida informadas por todas las jurisdicciones del país, debiendo generar instancias de formación y capacitación internas y externas en materia de búsqueda e identificación de personas; también brindar orientación y asistencia a los familiares de personas desaparecidas, articulando el intercambio de información con organismos públicos y entidades privadas que trabajen en la temática, aun con aquellos organismos de la sociedad civil como por ejemplo Missing Children, Equipo Argentino de Antropología Forense, Red Solidaria y Desaparecidas Argentina. A nivel internacional, el SIFEBU forma parte del ICMEC (Centro Internacional para los Niños Desaparecidos y Explotados) junto a más de 40 países.
Conforme datos oficiales obrantes en el SIFEBU, correspondientes al año 2022, 6822 cuerpos de personas no identificados fueron hallados sin vida. De estos un 16% corresponde a mujeres.
Según comentan los expertos, el Equipo Argentino de Antropología Forense, ha entrado muy tarde en la actividad de búsqueda de personas extraviadas, pero afortunadamente lo ha hecho, puesto que, sin su acertada intervención en la crucial tarea de identificar los hallazgos de restos humanos, estos estarían condenados a ser eternos NN y sus familiares a sufrir de por vida la desaparición de un ser querido.
Medular resulta la falta de digitalización de legajos de las personas desaparecidas y entre ellas las de aquellas que aparecen sin vida y sin identificar, cuadro que se agrava aún más, porque muchas provincias aun no sistematizan los hallazgos y otras, directamente no guardan los datos de los cuerpos sin identificar.
A pesar de todas las acciones que programáticamente tiene asignadas este sistema federal de búsqueda de personas desaparecidas y extraviadas, queda claro que, en nuestro país, las articulaciones cuando se dan, suelen ser de manera extemporánea y solo si el caso concita la atención de manera mediática o pública.
Tampoco es posible encontrar un registro fidedigno sobre la cantidad de personas que se encuentran extraviadas y en consecuencia buscadas, ni tampoco cuantas efectivamente están desaparecidas; algunos datos dan cuenta que, habría 22000 denuncias vigentes de personas extraviadas, con búsqueda activa a nivel país; de este número más del 50% correspondería a chicos y chicas menores de 18 años de edad; funcionarios consultados estiman que aproximadamente 10.000 son los casos de personas que actualmente se encuentran en situación de búsqueda.
Si bien muchos de estos casos se resuelven con rapidez, lamentablemente hay otros que, tras tantos años de búsqueda transforman a las personas perdidas en desaparecidas y de ellas, estadísticamente el 50 por ciento son mujeres.
La dimensión de lo expuesto la brinda un somero recorrido por la galería fotográfica del SIFEBU, donde de las aproximadamente 10.000 búsquedas de personas que se encontrarían activas, solo tenemos 168 registros foto biográficos de personas extraviadas, lo que significa que apenas un 17 % del universo buscado, se encuentra fehacientemente visibilizado.
En tanto las organizaciones civiles que se involucran voluntariamente en la búsqueda de personas, lo hacen y muy bien desde la contención a las familias y la difusión masiva de las fotografías y demás características personales de quienes en principio se hallan extraviados, pero carecen de fondos, infraestructura y todo otro tipo de insumo que, en sistemas desarrollados que ponen énfasis en la prevención de este tipo de casos, se vuelcan en las actividades desplegadas.
MISSING CHILDREN ARGENTINA se sostiene con el trabajo voluntario de 18 personas. Aunque suene como la sede local de una organización internacional, MISSING CHILDREN es completamente autóctona y 9 de sus 18 integrantes residen y cumplen con esta actividad voluntaria desde la Ciudad de Bahía Blanca; ellos gestionan con recursos propios, no tienen sede e incluso no reciben ningún tipo de aporte estatal. Missing Children Argentina es hoy un recurso sobre el que se apoyan comisarías, juzgados, fiscalías y hasta el propio Sistema Federal de Búsqueda de Personas Desaparecidas y Extraviadas (Sifebu) para difundir la búsqueda un niño, una niña o un adolescente que desaparece.
Otra organización es Personas Perdidas, el brazo de la Red Solidaria que difunde no sólo casos de niños, niñas y adolescentes, sino también de adultos. Esta es otra estructura similar a MISSING CHILDREN que cuenta con el aporte voluntario de 15 personas. Desde sus sitios web, así como también a través de sus redes sociales, ambas organizaciones contribuyen con la difusión de las búsquedas de personas desaparecidas, el seguimiento de los casos y la contención de las familias en forma voluntaria y sin perseguir ningún tipo beneficio. Este trabajo se vuelve crucial cuando la tarea de buscar se extiende por años y las familias sienten que se quedan solas en la búsqueda. Por hacer lo que hacen, tampoco reciben ningún tipo de aporte o subsidio estatal.
EXPERIENCIAS INTERNACIONALES
El estado Mexicano cuenta con la Comisión Nacional de Búsqueda, un organismo gubernamental puesto en funciones a partir del mes de noviembre del año 2017. Su misión es desarrollar estrategias integrales que faciliten la localización de personas desaparecidas, brindando apoyo a sus familias y contribuyendo a la investigación judicial de estos casos.
Articula con autoridades de las entidades Federativas y sistematiza la información a través del Registro Nacional de Personas Desaparecidas no Localizadas (RNPDNO), herramienta central que organiza y concentra datos relevantes de personas extraviadas o desaparecidas.
Según cifras de AMINISTIA INTERNACIONAL en México se registran a la fecha 116.386 personas desaparecidas o no localizadas de las cuales 89.121 son hombres; 26.749 mujeres y 516 personas más sin sexo definido.
Justo es destacar que en el caso Mexicano, el numero de personas en esta situación ha aumentado drásticamente, en las últimas dos décadas, en particular cuando se implementó la “militarización” de la seguridad pública, un detalle tan lejano, pero a la vez tan próximo a la coyuntura que en materia de seguridad, transita nuestro país.
En Brasil el estado articula a través del Registro Nacional de Personas Desaparecidas (RNPD), donde se trata de compilar la mayor cantidad posible de información básica de las más de 200 personas (en una abrumadora mayoría, mujeres) que a diario se incorporan como desaparecidos.
En tanto que, ESPAÑA gestiona la búsqueda de las personas perdidas y desaparecidas a través del Centro Nacional de Desaparecidos (CNDES). El CNDES, es el responsable del control y gestión de calidad del sistema de información nacional de Personas Desaparecidas y Restos Humanos sin Identificar (PDyRH), supervisando la grabación y registro de los datos de personas desaparecidas.
Como dato relevante e innovador, este centro pone el acento en la participación que le confiere a los familiares de las personas buscadas, analizando y valorando las propuestas que estos hagan en términos de la elaboración de una estrategia en conjunto que permita poner en valor detalles íntimos y a la vez relevantes para el pronto hallazgo de la persona perdida.
El sistema que gestiona el CNDES es novedoso y de avanzada por cuanto hace de las plataformas de gestión de la información, uno de los vectores fundamentales por donde discurren las estrategias de búsqueda de personas en España, interactuando a nivel Nacional entre todas las Instancias gubernamentales y de la sociedad civil que se involucren en la temática.
Uno de los aspectos a destacar en este ámbito ha sido la inclusión de un apartado específico -denominado estadísticas– dentro de la página web del CNDES. A través de dicho apartado, están accesibles para cualquier ciudadano todos los datos oficiales disponibles de personas desaparecidas en España, desglosados a nivel provincial, regional y por nacionalidad de los desaparecidos, permitiendo realizar búsquedas y filtros por multitud de variables, como son: el sexo, la edad, el estado o la tipología de las desapariciones, etc.
A su vez este sistema verdaderamente de punta pone el acento en la prevención operando a través de una aplicación gratuita, que el ciudadano puede descargar desde el store de su celular; esta aplicación móvil permite que un ciudadano pueda comunicar, de forma directa y eficaz, un hecho del que es víctima o testigo a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado desde su propio dispositivo de telefonía móvil. Desde este mismo canal, el denunciante y la unidad policial que corresponda mantiene una conversación de mensajería instantánea tipo chat, intercambiando fotos, vídeos y notificaciones.
Esta herramienta se ha demostrado como fundamental en el caso de los adultos mayores perdidos, dado que los ha mantenido geolocalizados hasta el rescate por parte de los cuerpos de seguridad.
Las campañas de concientización y de difusión referidas a minimizar los factores de riesgo, en el caso de los adultos mayores fundamentalmente es otro de los ejes centrales por los que discurre la estrategia española en términos de la gestión de personas perdidas o desaparecidas.
España, como parte de la estrategia ya mencionada, ha establecido el día 9 de marzo de cada año como el día de las personas desaparecidas sin causa aparente. Así lo decidió el Congreso de los Diputados en el año 2010 con el respaldo unánime de toda la Cámara, como muestra de apoyo a las familias de los miles de personas desaparecidas por dichas circunstancias.
Como vemos, nuestro país necesita cambios en materia de búsqueda de personas perdidas y desparecidas, de carácter estructural, que le confieran a la tarea características propias de una verdadera POLITICA DE ESTADO, cuyos objetivos se eleven mas allá de la mera coyuntura, superando los nombres de quienes, en suerte, les toque conducir oportunamente el área en cuestión.
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