Santiago Corona fue condenado a prisión perpetua por el asesinato del empresario y suegro suyo Roberto Fernández Montes tras ser encontrado culpable del delito de homicidio agravado por alevosía.
El Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional N° 5, integrado por los jueces Fátima Ruiz López, Rafael Oliden y Alejandro Pérez Lance, coincidió en la calificación del delito que había propuesto el fiscal Juan Manuel Fernández Buzzi.
El 21 de enero de 2017, entre las 12.10 y las 13.30 los dos hombres mataron a la víctima dentro de su departamento, ubicado en Aranguren 36. El cuerpo fue encontrado calcinado al día siguiente en Cañuelas.
Según repasó la Fiscalía en su alegato, al lugar llegó primero Fernández Torres, quién espero que la víctima saliera (como lo hacía todos los sábados) y recién ahí ingresó, a través del portón de la cochera. La situación quedó registrada por las cámaras de seguridad del edificio y el hombre fue reconocido por dos testigos en el debate: su primo y su yerno.
Corona llegó minutos después. Le arrojaron una llave y entró de la misma manera. En las filmaciones se lo ve con una gorra y una camisa blanca: lo reconocieron su esposa y su cuñada (hijas de la víctima), además del novio de una de ellas y el encargado del edificio. Resaltaron la actitud previa y posterior al hecho que tuvo el acusado. A su pareja le había llamado la atención lo nervioso y apurado que se fue esa mañana de la casa y que, cuando llegó, tiró las zapatillas, insistió en que se lavara su ropa y se fue a bañar.
Al día siguiente del hecho, encontraron 20 mil dólares en su auto dentro de una bolsa marca “Nespresso”. El dinero era el que guardaba la víctima dentro de una pequeña puerta que tenía la bañadera del hidromasaje del departamento, situación que era conocida por sus allegados.
El fiscal había asegurado en su exposición que Corona y su cómplice mataron a la víctima dentro de la habitación, la envolvieron en las sábanas y acolchado, lo bajaron por el ascensor y la pusieron dentro del auto de la hija de Fernández Montes. Previamente, habían dejado abierto el baúl. En el informe de la Unidad Criminalística Móvil se constataron las manchas de sangre en la habitación y el pasillo de la casa.
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