El tribunal integrado por Alicia Vivian, Carolina Castagno y Gustavo Pimentel resolvió por unanimidad revocar la excarcelación con la que se lo había beneficiado al cura José Ilarraz y ordenó la prisión domiciliaria hasta tanto la condena quede firme.
Por el momento, quedará detenido en la Alcaidía de la capital entrerriano, pero se le colocará una tobillera o pulsera electrónica para controlar el cumplimiento de la pena ya que la sentencia completa se leerá el próximo viernes 1 de junio. Esta semana se leyó el veredicto, según fuente del tribunal superior de justicia de la provincia de Entre Ríos.
El tribunal consideró que Ilarraz es culpable de al menos siete ataques sexuales cometidos contra menores cuando era capellán del Seminario de Paraná, entre los años 1985 y 1993. Se estima que los abusados fueron más de 40 menores, aunque solo declararon siete de ellos.
Ilarraz era el responsable de los niños y adolescentes que llegaban a estudiar a la escuela del Seminario en la ciudad de Paraná. Según indicó José Dumoulín, uno de los 71 testigos que declararon durante el juicio, el cura recorría los pueblos del interior de Entre Ríos y se ofrecía a las familias que los niños vayan a vivir al internado.
“Eran familias de las cuales él se hacía amigo para ganarse la confianza, y donde también se daban vínculos muy duros, o con ausencia de la figura paterna, para lo cual el internado en la escuela del seminario y el sacerdocio, representaba una salida”, recordó Dumoulín, quien durante el juicio decidió dejar el sacerdocio.
Uno de los abogados querellantes, Marcos Rodríguez Allende, indicó que “Ilarraz actuaba bajo un denominador común de las víctimas. Eran niños de entre 12 y 14 años, que no pertenecían a la ciudad de Paraná, todos estaban internados en el seminario, absolutamente vulnerables porque no tenían la contención familiar, tenían a sus padres en muchos casos violentos”.
Los hechos se produjeron entre 1985 y 1993. Según los testigos, “el cura Ilarraz se metía dentro de las camas de los chicos, o los llevaba a su habitación, y abusaba de ellos”. Una de las víctimas, Fabián Shunk, quien fue uno de los primeros en animarse a hablar, relató su historia durante el juicio: “Éramos gurises. Salíamos de los campos, de las aldeas, de pueblitos perdidos en la provincia, con la esperanza de tener otro proyecto para uno, una vida distinta".
Este relato desgarrador de una de las víctimas prosiguió con su relato: "Fueron momentos muy duros para todas las víctimas. Momentos de soledad, porque entre nosotros no hablábamos. No sabíamos que al otro le estaba pasando lo mismo. Decirte que en un pabellón había entre 30 y 40 personas y de noche escuchabas un gurisito llorando y no sabías por qué y a los años te enterabas de que ese pibe había sido abusado. Uno creía que extrañaba. Y después el llanto de uno lo disimulaba“.
La defensa había pedido el sobreseimiento del sacerdote y el cura acusado expresó en su ampliación de declaración indagatoria que todo era “una conspiración para manchar su imagen”. En tanto, a pocos días de conocerse la sentencia, negó los hechos y aseguró que los denunciantes habían actuado así “por celos y envidia”.
Comentarios recientes