Craig Coley, de 72 años, pasó casi 40 entre rejas por dos asesinatos que nunca cometió. Este fin de semana el departamento de policía de Simi Valle, en Los Ángeles, California) anunció que había pactado el fin de un litigio por el que se concedían 21 millones de dólares por sus 39 años de injusto encarcelamiento por dos asesinatos que no cometió en 1978, el de su antigua novia Rhonda Wicht y el hijo de cuatro años de esta, Donald.
“Aunque no hay cantidad de dinero que pueda compensar al señor Coley por lo que ha pasado, cerrar este caso de esta manera es lo correcto para él y para la comunidad”, aseguró un vocero de la ciudad en un comunicado que reprodujo CNN.
Mientras que muchos casos por encarcelamiento injustificado llevan años de juicios y apelaciones, el caso de Coley tuvo suerte ya que tuvo apoyo del Gobierno norteamericano de Donald Trump. Desde el entonces gobernador Jerry Brown, que perdonó a este veterano de la Armada en 2017, hasta el fiscal del distrito o el departamento de policía que decidió reabrir el caso.
En un primer momento, a Coley se le concedieron dos millones de dólares de compensación, 140 dólares por cada uno de los 13.991 días que este hombre pasó entre rejas, "apartado de la sociedad, de un trabajo y de sus seres queridos", dijo Brown.
Meses más tarde, los abogados de Coley presentaron una demanda federal por haberse violado sus derechos civiles. Y el fallo estimó que la ciudad de Simi Valley le deberá pagará cerca de cinco millones de esos 21 millones. El resto provendrá de compañías de seguros y otras fuentes, según un comunicado de prensa citado por la cadena CNN.
El caso de Coley es uno más de los muchos que demuestran que el sistema judicial es falible y arruina la vida de personas inocentes, incluso llegando a ejecutar a hombres y mujeres que no eran culpables de los crímenes por los que se les condenó, según el grupo Innocence Project.
El detective que entonces llevó la investigación no tuvo en cuenta pruebas que hoy exoneran a Coley de los crímenes e incluso manipuló algunas de ellas, diciendo que contenían su ADN.
Coley tenía 30 años cuando su vida tomó un giro inesperado para siempre. A pesar de que en todo momento mantuvo que era inocente, la Fiscalía le acusó de asesinato en primer grado y pidió la pena de muerte. En un primer juicio, el jurado no llegó a un veredicto unánime y se declaró el proceso nulo. En una segunda causa, Coley fue encontrado culpable y sentenciado a pasar el resto de su vida en la cárcel.
Dentro de la policía de Simi Valley, un detective, Michael Bender, que examinó el expediente de Coley, se convenció de su inocencia. "No existía nadie más que pudiera luchar por este tipo así que tomé el caso”, dijo Bender. Y luego de 40 años, logró demostrar su inocencia. Y además que el Estado le repare el daño moral causado. Así como millones de dólares para el resto de su vida.
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