Walter Meza Niella estuvo más de 10 días detenido en El Campito junto a su madre, hermanos y hermanas, y dio testimonio de lo que le pasó cuando apenas tenía 14 años.
En el juicio se juzgan delitos cometidos entre 1976 y 1978 contra 350 personas que incluyen torturas, secuestros, homicidios, desapariciones y apropiación de niños. El tribunal integrado por el juez Daniel Gutiérrez (presidente) y las juezas Silvina Mayorga y Nada Flores Vega escucharon el relato de Walter secuestrado en 1978 fue secuestrado de su casa en Tres de Febrero junto con toda su familia.
Mientras estuvo detenido en el centro clandestino lo pusieron en un galpón y allí le dijeron: "Pendejo escucha bien, te voy a dar un par de minutos para que cantes donde está tu viejo" contó y agregó un dato escalofriante. Mientra esto pasaba él reconoció los gritos de la tortura a su madre. "Estaba escuchando los gritos de tortura de mi vieja", contó ante el juez y las juezas.
"Mi viejo era un militante peronista de la organización Montoneros. Era él a quien buscaban y al no encontrarlo nos secuestran a nosotros. Digo nos secuestran porque nos llevan a una camioneta con los colores del correo argentino, negra y amarilla”, contó. Su testimonio ubicó en ubicó en el centro clandestino a uno de los imputados en el juicio, el ex gendarme Roberto ‘Pajarito’ Fusco, uno de los imputados en el juicio.
“En un momento, en el tercer o cuarto día, no recuerdo bien, me sacan y me llevan a un galpón que estaba al lado de donde estaba yo. Ahí me tiene un rato. La verdad que era horrible. Estaba atestado de gente. No se podía respirar, era todo quejido. Sinceramente, no sé cómo trasmitirles lo terrorífico que fue eso. Me pongo muy mal estando ahí y los otros detenidos empiezan a llamar al celador, al Negro, y al tiempo me devuelven nuevamente al galpón donde estaba”, manifestó. También contó que había un pila de colchones en otro galpón donde le sorprendió ver que "de uno de ellos caía mucha sangre".
"Lea la Biblia"
También contó que Carlos Villanova, genocida conocido como "El Tordo", le dijo previo a ser liberado "que no había sido la intensión, que no era conmigo, que era con mi padre, que pertenecía a una banda de delincuentes subversivo que tenía a su cargo a 3 mil hombres, y que me olvide de todo y que lea la Biblia”.
Tras varios días fue llevado a un patio vendado y con las manos atadas. A Walter le dijeron que como pueda extienda sus manos hacia la derecha y allí tocó las manos de madre, Fortunata Ibarra. Walter cuenta esto ante el tribunal, frena, con la mano derecha se agarra la cara y llora frente a la cámara, frente los jueces. "El Puma, uno de los torturadores nos empieza a arengar", relata Walter y cuenta que les dijo: "agradezcan porque de ese lugar no salía nadie con las patas caminando sino con las patas para arriba”. Los llevaron y los dejaron en algún lugar de El Palomar, vendados y atados.
Sobre su papá, Walter contó que "hasta el día de hoy no tenemos más noticias. Lo fueron a buscar a Corrientes, el trabajaba en el campo de mi abuelo. No lo encontraron ahí. De ahí perdimos el contacto y supimos que estuvo en Don Torcuato" dijo. "Mi madre cuando fallece en 2008 víctima de un cáncer en 2008 descubrimos con un compañero que mi madre hablaba de mi padre en presente. La última vez que pude hablar con mi madre mirándola a los ojos cuando estaba internada, en sus últimos días, me dijo 'tu padre va a venir'. Y murió esperándolo", concluyó y pidió a quienes saben algo que lo aporten: "Imaginarse lo peor, de morir esperando, de morir de tristeza. Esto es lo que pasó".
La última vez que pude hablar con mi madre mirándola a los ojos cuando estaba internada, en sus últimos días, me dijo 'tu padre va a venir'. Y murió esperándolo"
“Lo que hubo acá fue una resistencia al genocidio perpetrado de Videla, Martínez de Hoz y los grupos económicos. Espero que laguna vez haya una investigación serie y se juzgue a quienes se beneficiaron y enriquecieron con el golpe genocida”, dijo para finalizar su testimonio.
Esta semana también declararon Claudia Bellingeri de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) quien detalló sobre los archivos de la ex Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires de aquella época. Entre otras cosas también relató que los archivos muestran la construcción de un "enemigo interno" para recabar los datos y lista de trabajadores. Detalló también "cómo se construye la persecución política e ideológica" a partir de ejemplos de seguimiento y construcción de fichas y búsqueda de información de trabajadores. También declaró Tomás Civitarese por el caso de Beatriz, la tercera de las hijas del guionista Héctor Oesterheld. Beatriz fue secuestrada y asesinada por la dictadura.
"No me acuerdo"
La semana pasada también hubo audiencia donde el tribunal escuchó los testimonios de los ex policías bonaerenses Vicente Paye, Eduardo Cayetano Garrido, José Manuel De La Grana y Iñigo Máximo Alonso que formaron parte de la Comisaría Primera de San Miguel. Llevar papeles, cebar mate, limpiar la comisaria o "hacer citación" fueron las únicas cosas que dijeron de manera constante y en general todos los agentes sobre su trabajado en la comisaría durante la dictadura. Ni siquiera recuerdan el apellido del comisario de aquel momento. No vieron, no recuerdan, no escucharon, no saben, no preguntaron.
Paye, estuvo 18 años en la misma comisaría, muy cerca de Campo de Mayo aunque dejó claro que no vio y no habló con nadie. Dijo que "había jefes ahí pero con nosotros no se metían nunca, hablaban con comisarios y subcomisarios". Ello en referencia a la presencia de militares entre marzo y mayo de 1976 en la comisaría de San Miguel de la que fue parte. Cuando declaró en instrucción Paye aseguró no haber visto a militares. Esto causo alguna duda asi que volvieron a preguntarle por aquella declaración y el ex policía rectificó lo dicho. "En esa época como mandaban andaban en todas las dependencias policiales". Las declaraciones, sin embargo, tuvieron un punto en común de como todos los que pasaron frente a los jueces no recuerdan nada o casi nada.
"Los comisarios nunca quieren que estemos hablando", alcanzó a decir Paye que entre sus tareas por aquellos años estaba la de estar en la puerta de guardia. "La mayoría de los casos donde preguntan por algo son mujeres", dijo ante la consulta por la gente que ingresaba, pero luego nuevamente se escudó: "teníamos órdenes de no hablar cuando estábamos ahí adelante, de guardia", dijo.
Eduardo Cayetano Garrido, fue otro ex policía bonaerense que estuvo en la comisaría de San Miguel durante aquellos años, dio cuenta de los movimientos de los militares en la comisaria aunque no recordó mucho más. "Todas las dependencias policiales estaban a cargos de los militares, mandaban ellos", dijo.Otro de los testigos que declaró en la audiencia del pasado miércoles fue el también policía bonaerense José Manuel de la Grana quien dijo que "había militares" y sostuvo que "se sacaban las insignias". De la Grana contó que estuvo de quince a veinte días de llegado el golpe de Estado prestando servicios en la comisaría de San Miguel donde era cabo y después fue trasladado a Tigre.
El último en declarar fue Iñigo Máximo Alonso que estuvo en la comisaria del 74 al 76 formó como agente. "Vi llegar a los militares a la comisaria, yo estaba de servicio en la puerta, me quede en la puerta y no escuche ni vi nada" dijo y sostuvo que le parecía que venían de Campo de Mayo. Luego no dio muchas más precisiones. El juicio continuará el próximo miércoles de manera virtual.
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