El juicio por los crímenes cometidos en la última dictadura militar en los centros clandestinos de detención, tortura y muerte conocidos como Pozo de Banfield y Quilmes, el Infierno de Lanús, continúan sumando testimonios tanto de víctimas que fueron llevados de forma ilegal ahí, como familiares de desaparecidos que aún hoy reclaman por saber que ocurrió con sus restos.

Este martes el tribunal escuchó fuertes declaraciones durante toda la mañana. Tal es el caso de Claudia Congett, hija de un detenido desaparecido que reclamó a los represores que "antes de irse de esta tierra digan dónde están los restos" de su padre", Jorge Luis Congett.

En su declaración, reclamó: “Sé que los genocidas profesan la religión católica, están en sus últimos años. Si tienen fe en Dios y creen que hay otro lugar, les pido que antes de irse de esta tierra nos digan el destino final de cada familiar. Quiero saber dónde está mi papá; dónde están las fosas comunes, los listados, si están en el río o en el mar. Tengan la dignidad cristiana de decirnos dónde están".

En este juicio son 17 los represores que deben responder por los crímenes cometidos a casí 500 personas en las tres localizaciones ante el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata, entre ellos el tristemente célebre Miguel Etchecolatz.

"Y no me voy a olvidar más, uno de esos hombres me hizo upa y me dijo que tenía no sé si sobrinos o hijos de mí misma edad. Me dijo si quería irme con él, a lo que le dije que no, que quería quedarme con mi familia y que me baje", contó Claudia sobre lo sucedido la madrugada del 20 de noviembre de 1976, cuando fuerzas militares irrumpieron en su casa de la localidad de Villa Luzuriaga, en San Justo.

'Vieja de mierda, metete adentro o te llevamos también', le dijeron a mi abuela. Tiraron las llaves de nuestra casa a la calle y se fueron. Se robaron todo, pero lo más importante que se llevaron fue a mi viejo. El silencio que vino después, cuando tuvimos que salir como investigadoras a buscarlo resultó duro. Nadie nos decía nada, no nos aceptaban la denuncia", recodó.

A este fuerte testimonio se sumó el de Jorge Barry, quien tiene dos hermanos, Enrique y Juan Alejandro y sus respectivas esposas, secuestrados y desaparecidos. "Quiero rendir un homenaje a mi hermano Enrique y su esposa Susana y mi hermano Juan Alejandro y su esposa Susana Mata y a muchos miles, 30 mil y más jóvenes que arriesgaron sus vidas, su integridad física y soportaron tortura, prisión y muerte para construir un país mejor, eran mártires y héroes en la construcción de un país de todos".

El testigo relató que su hermano Juan Alejandro fue detenido por primera vez en 1974, estuvo alojado en la Brigada de Banfield, luego fue liberado y se fue junto a su esposa, que había parido una hija cuando estaba detenida en el penal de Olmos en 1975, a Uruguay. Finalmente fue secuestrado en el país vecino por un grupo de la ESMA, en el contexto del Plan Cóndor.