Para hablar de la utilización del Síndrome de Alienación parental en la Justicia, Tiempo Judicial entrevistó a una trabajadora social de Lihuen, una asociación civil que hace 20 años trabaja con casos de maltrato y abuso sexual infantil.

El caso de Luna, víctima de abuso sexual por parte de su padre entre sus 6 y 9 años, volvió a traer la discusión sobre el Síndrome de Alienación Parental. A finales de agosto, organizaciones feministas marcharon hacia la fiscalía Nacional en lo Criminal y correccional 3, ubicada en Paraguay 1536 (CABA), ya que es la que lleva la causa de Luna y su mamá hace años. El SAP es la teoría utilizada para justificar al agresor acusado alegando que el testimonio de la niña o niño en cuestión en un tribunal es influenciado por la madre e inducido a mentir.

De esta manera, la tenencia del hijo/a queda a cargo del acusado en muchos casos, o la denuncia es desestimada, en muchos otros. Este fue el caso de Luna, que luego de 10 años sigue abierto, y donde su padre, acusado del hecho, quedó amparado por la Justicia, “lo cual implicó una constante violencia para la niña, ahora joven, y su mamá protectora, denunciante”, según explicaron en un comunicado. A pedido de la fiscalía, el Ministerio Público Tutelar emitió un informe sobre el expediente de Luna con una “perspectiva revictimizante” y amparada en el falso Síndrome de Alienación Parental.

De hecho, la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires tiene una declaración en su página web donde sienta posición en contra del falso SAP al alegar que “esta teoría fue desautorizada por la ciencia en todas sus modalidades, tanto en el ámbito de la psicología como en el de la psiquiatría” y que “desde la puesta en marcha de la Convención de los Derechos del Niño hemos confirmado una y otra vez que los niños rara vez mienten”.

Qué es el falso SAP, en qué circunstancias se utilizan, qué posición toma la Justicia argentina frente a esta teoría y muchos otros interrogantes fueron consultados por Tiempo Judicial a Verónica Spinelli, trabajadora social en la asociación civil Lihuen, que lleva 20 años de experiencia con situaciones de derechos vulnerados de niñas y niños, en especial víctimas de maltrato y abuso sexual, en varios municipios del conurbano.

Spinelli coordina el equipo que hace un abordaje integral de estos casos, aportando acompañamiento social, asesoramiento legal, terapia psicológica para les niñas/os. Incluso hacen talleres de arte terapia con perspectiva de género, capacitaciones, talleres en escuelas, etc.

“El concepto de SAP fue planteado por un psicólogo americano llamado Richard Gardner en 1987. Lo que él plantea es que uno de los padres del/a niño/a le lava el cerebro, le hace creer que fue víctima de un abuso sexual por parte de su otro padre y que el hecho nunca ocurrió”, definió la entrevistada. Y completó: “Dice, entre otras cosas, ‘el niño difama viciosamente a uno de los padre e idealiza al otro’. Sería algo así como que uno de los padres le implanta a su hijo que fue víctima de un abuso sexual, que nunca ocurrió, por eso es el término alienación, el padre aliena el cerebro de su hijo/a creando falsos recuerdos”.

Validez jurídica del SAP

En Argentina, desde los ámbitos académicos, científicos y legislativos, se ha rechazado reiteradamente la utilización de la teoría del falso SAP como base para la emisión de dictámenes administrativos o judiciales. Aún más, hay fallos nacionales y locales que sientan jurisprudencia sobre su falsedad científica. Sin embargo, este recurso patriarcal es aún utilizado por la defensa de los acusados y por algunos tribunales para respaldar sus resoluciones.

Un documento promovido por la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación se suma a los numerosos organismos especializados que rechazan la validez jurídica de este falso síndrome:

“El llamado Síndrome de Alienación Parental (SAP) -que se difundió en algunos medios recientemente- es una falacia carente de rigor científico a la que se recurre para limitar, obturar o deslegitimar el avance en la protección de derechos de niños y niñas víctimas. Generalmente invocan el SAP, en especial en ámbitos judiciales, varones adultos acusados de violencias graves y/o abusos sexuales en perjuicio de sus hijos o hijas menores de edad…”.

Por su parte, Spinelli sintetizó: “El SAP no debe tener validez jurídica, ya que no tiene validez científica”. Y explicó: “Este supuesto síndrome nunca ha sido sujeto a estudios empíricos, fue rechazado por la Organización Mundial de la Salud, por la Asociación Americana de Psicología, por la Asociación Americana de Psiquiatría y por la Asociación Médica Americana. Fue declarado ilegal para el ejercicio de la psicología por la Federación de Psicólogos de la República Argentina y por el Consejo Superior del Colegio de Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires. Además, fue rechazada su inclusión en los sistemas de clasificación de los desórdenes médicos (DSM III; DSM IV; DSM V; CIE 10)”.

Valor testimonial de infantes ante la Justicia

A pesar de la reticencia del ámbito judicial, psicológico y afines en concebir a este cuestionado síndrome, “hay un intento por utilizarlo en todo el mundo y nuestro país no es la excepción”.

Según la trabajadora social consultada, “intentan utilizarlo las personas acusadas de abuso sexual contra niños, niñas o adolescentes como una estrategia para ocultar los signos, síntomas e indicadores de abuso sexual. Lo que buscan es silenciar la palabra de niños, niñas y adolescentes en sus relatos de los abusos sexuales sufridos”.

Esto se suma a la relatividad con la que la Justicia argentina recibe los testimonios de infantes frente a una denuncia de maltrato o abuso sexual: “La validez que tiene el testimonio de las víctimas menores de edad en un juicio, lamentablemente, varía mucho. En primer lugar, hay que tener en cuenta que dependiendo la edad del niño o niña, su testimonio para el juicio se toma previamente a través de una cámara Gesell”.

“Para quienes no lo saben, la cámara Gesell es una habitación con un vidriado especial que permite a quienes están afuera ver y oír lo que ocurre adentro, pero no a la inversa. Ese niño o niña es citado a ésta cámara donde lo recibe un/a psicólogo/a del sistema judicial y es la única persona que interactúa con el niño o la niña dentro de la cámara. Si los abogados de parte o la fiscalía quieren preguntar algo lo deben hacer a través de este profesional”, explicó Spinelli. Asimismo, hizo referencia a las dificultades que esta metodología trae aparejada: las y los niños ven al profesional con quien deben hablar por primera vez y no siempre se establece un vínculo de confianza que logre darle al infante la seguridad para relatar un hecho traumático. Que el niño o niña no cuente el hecho no significa que no haya sucedido necesariamente, sino que “puede no tener ganas de hablar el día de la citación, que ya se lo haya contado a alguien más”, que sienta miedo, culpa…

“Por otro lado, hay jueces que entienden el significado que tiene para un niño o una niña relatar una situación de abuso sexual sufrida por parte de una persona que se encuentra en una situación de poder totalmente desigual, y le otorga el significado que realmente tiene, pero hay otros que consideran que ese relato no es suficiente para comprobar un abuso.Lamentablemente, todavía hay personas que creen que un niño o una niña puede inventar, fantasear o creer que sufrió un abuso sexual que nunca ocurrió”.

Casos concretos

En los 20 años en los que la asociación Lihuen trabaja con situaciones de violencia hacia chicos y chicas, Spinelli aseguró haberse cruzado “muchas veces” con la utilización del falso SAP: “En estos 20 años hemos atendido a más de 2000 niños, niñas y adolescentes. Más del 70% de las situaciones que atiende Lihuen son por sospechas o denuncias de abuso sexual contra niños, niñas y adolescentes. En 20 años sólo tuvimos una falsa denuncia, que la detectamos en la primera entrevista. Los niños y las niñas que han sufrido un abuso sexual desarrollan sintomatología e indicadores que no pueden inventarse”. Por eso, relató a este mediodos casos concretos para comprender las dimensiones de los casos que se plantean bajo el paraguas de esta herramienta judicial con fuerte base patriarcal.

-Primer caso: Tuvimos muchas situaciones donde los padres han intentado utilizar el SAP para justificar que estaban siendo falsamente denunciados. Una de ellas fue el caso de una niña de 2 años que relató que su papá ‘le lastimaba la cola con el coso que hace pis’. El relato se produjo en el jardín maternal al que concurría la niña. Del colegio se comunicaron con la mamá para manifestarle lo ocurrido, y ella comienza el camino de averiguar y de asesorarse. Así es como la niña ingresó a un espacio terapéutico. Posteriormente, se realizó la denuncia, basada principalmente en el relato de la niña, pero sostenido el mismo con otros indicadores.

El padre intentó construir su defensa a partir del SAP. El tema es que una niña de 2 años no puede inventarse un trauma, no puede inventar o simular indicadores, no puede saber que un pene puede lastimarle la cola, no puede representar un dolor no sufrido. Después de mucho trabajo, la causa se elevó a juicio oral y finalizó con la condena del padre. Fuimos muchas las profesionales que pudimos declarar y explicar por qué la niña no había sido convencida por su mamá de lo ocurrido.

-Segundo caso: Otra situación compleja que atendimos en la institución fue el de una niña de 8 años con síndrome de Down. Llegó a la institución por derivación de su colegio para evaluación y atención psicológica. La niña se masturbaba compulsivamente en el colegio, y ese el motivo de la derivación. La niña no tenía lenguaje verbal, por lo que no había relato. A partir de empezar a trabajar en el espacio terapéutico, luego de construir un vínculo con el profesional, la niña representó una escena de sexo oral. Ese fue el primer indicador directo.

Se le solicitó a la madre que realizara la denuncia por la sospecha de abuso y comenzó todo el proceso. Con el tiempo se pudo determinar que el sospechoso era el papá, quien intentó anular los informes profesionales justificando la denuncia en el falso SAP. Lo que se pudo demostrar es que las dificultades en el aprendizaje que tenía la niña hacían imposible que le hubieran enseñado una historia, pero además, no era posible que actuara una escena no vivida. Es difícil explicar con palabras lo que implica la develación de un abuso, el relato de un abuso por parte de un niño o una niña, ese relato no es sólo verbal, es corporal.

No hay manera que una niña o un niño puedan dar detalles de situaciones que no han vivido.

Para concluir, Spinelli opinó que “es muy importante tener en cuenta que la mayoría de los abusos sexuales que sufren niños y niñas son producidos por personas del entorno cercano, personas que tienen una relación asimétrica del poder respecto de ellos/as, que en la mayoría de las situaciones sostienen lazos afectivos”.

Y completó: “El abuso se va sosteniendo sobre un muro de secreto y silencio. Es muy difícil para un niño o una niña romper ese muro y pedir ayuda, por lo que es fundamental que tanto los profesionales que trabajamos en la temática como el sistema judicial estemos a la altura de lo que ellos y ellas necesitan”.