A 40 años de la guerra de Malvinas, los testimonios de los soldados que fueron torturados por sus superiores estremecen y esperan la respuesta de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. La semana pasada ex combatientes reclamaron frente al Palacio de Tribunales para que el máximo tribunal se pronuncie lo antes posible ya que la causa principal se encuentra paralizada a la espera de lo que digan los supremos. Las torturas denunciadas incluyen picanas, estaqueamientos, golpes de todo tipo, hambrunas, vejaciones y enterramientos.

“Cada tanto, durante veinte años, aparecía alguien y me recordaba que no tenía que hablar, que si me mantenía en silencio tenía vida para rato", quien lo cuenta es una de las víctimas de las torturas durante la guerra, durante la última dictadura. Oriundo de Chaco, su nombre será mantenido en reserva pero su testimonio forma parte de la causa principal que tiene en sus manos la Corte y que desde 2007 pide se juzguen los delitos cometidos en la guerra.

“Te apuntaban con el FAL, con la pistola en la boca, y nos decían: 'tenés hambre, abrí la boca' y nos apuntaban, también nos daban patadas. No comíamos y el frío no se aguantaba. A los 20 días no teníamos fuerza para caminar, faltaba comida y hacía frío”, contó en el expediente, y no fue lo único que le pasó también vio como compañeros eran estaqueado en una zona de bombardeo sólo por cazar una oveja para comer.

Lo que vio, lo que sintió, fue el disciplinamiento de los oficiales con la misma metodología que aplicaron en los más de 500 centros clandestinos de detención que hubo en el país. El después tampoco fue diferente. Tras la guerra el hombre estuvo dos meses en Campo de Mayo: “Me ordenaron que no hable de nadie. Me dijeron que sabían que yo sabía mucho y que no hablara nunca más de los militares, de lo que pasó y de lo que vi, y me hacen firmar un documento. Me dijeron que me iban a hacer desaparecer o que me iban a cagar matando”.

Ya en democracia, el trabajo por el silenciamiento de lo que ocurrió durante la guerra siguió: “Un día me presento a la empresa, en el año 1983, porque recibo una citación para que me notifique para recibir una cédula e ir al Regimiento. Fui al Regimiento y al llegar, me atendieron. Me mandaron al hospital del Regimiento en Paso de los Libres, Corrientes. Me dejaron internado y luego me sacan, me mandan a una habitación solo y ahí llega el General Menéndez, vestido de civil, yo lo conocía porque lo había visto en Malvinas. Empezaron a apretarme”, contó.  

Comer "mierda"

El hambre de los soldados durante la guerra fue una de las torturas más usadas. Las historias de búsqueda de comida o caza de animales se repiten así como el frío que debieron sufrir.

"Un día decido ir a buscar comida y me escapo al pueblo. Consigo la comida entre la basura. Cambié el reloj que tenía y me dieron panceta, latas”, cuenta una de las víctimas y sigue: “El subteniente me manda a estaquear, a desvestir, me sacan todo el equipo, el armamento. Junto a mi estaban dos soldados estaqueados. Me pone una granada en la boca, me manda a poner un lazo de carpa alrededor del cuello para que tuviera la cabeza agachada y una estaca en los testículos atada con el lazo para que no me moviera”, cuenta.

Esos vejámenes fueron presenciados por todo el resto de la tropa: “Me llevan a la posición del Subteniente donde veo que tiene toda la comida que traía. Me hacen tirarla, la mezclan con mierda humana y me hacen comerla. Toda la tropa presenció esto, ya que los mandó a que me mearan y a que, cada dos o tres minutos, alguien me tirara agua helada. No sé cuánto tiempo pasó, perdí el conocimiento. Un soldado de la Sección Apoyo Mortero vio lo que me estaban haciendo y le avisó al Teniente. Él me saca”.

Una causa paralizada

La Corte Suprema tiene pendiente expedirse sobre los recursos extraordinarios que presentó el Centro de Ex Combatientes de Malvinas (CECIM) de La Plata y la Comisión Provincial por la Memoria (CPM). También presentaron recursos los representantes del ministerio Público Fiscal, la subsecretaría de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires y la querella por las víctimas Oscar Torres, Carlos Raymundo Rodas, Jorge Ramón Diez y Oscar Orlando Frías.

Esta semana el titular de la Fiscalía Federal de Río Grande, Marcelo Rapoport, y la titular de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad, María Ángeles Ramos, presentaron una ampliación del requerimiento en la causa principal. Se sumaron 22 casos a los hechos investigados cometidos contra soldados del Regimiento de Infantería Mecanizado (RIMec) N° 3.

El requerimiento describe el arraigado sentimiento antisemita dentro de las fuerzas armadas argentinas que, en el contexto de la guerra de Malvinas, supuso cuestionarlos por no considerarlos argentinos, acusándolos de cobardes o traidores.  Uno de los soldados en su testimonio dijo que su superior “le atribuía la culpa de todo lo malo que pasaba, provocando así resentimientos entre sus compañeros”.

Ciento ochenta víctimas, ciento treinta militares denunciados y cuarenta años de espera. Así podría resumirse el camino de la causa que desde mayo del año pasado se encuentra paralizada debido a la falta de resolución del máximo tribunal del país.