El presidente de la Corte Suprema de Justicia, Horacio Rosatti, se pronunció en contra del proyecto de ampliación en el número de miembros que forman parte de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. El mismo ya consiguió dictamen en el Senado la pasada semana.
Este posicionamiento no es una respuesta al debate actual en el Congreso de la Nación sobre su composición, sino que es una postura precedente y plasmada en su nuevo libro “La Palabra de la Corte Suprema”.
Allí evalúa el funcionamiento del máximo tribunal y el recorrido de una causa hasta que se dicta sentencia, y opina que quienes proponen aumentar el número de jueces de la Corte no tienen clara la razón, ni que esto provocaría una mayor demora en los juicios. Incluso, discutió la idea de dividir a la Corte en salas, ya que entonces se dificultaría conformar mayorías.
De igual manera, Rosatti admite la lentitud de los procesos en la Corte, pero señala que aunque se haga “con las mejores intenciones”, aumentar el número de jueces del máximo tribunal o dividirlo en salas no es la solución. A cambio, explicó que todas esas iniciativas “carecen de un análisis que comience por definir qué se pretende del tribunal” para luego avanzar con el diseño más adecuado.
“No se considera que aumentar el número de miembros podría demorar aún más la tarea de la Corte o que dividir a sus integrantes en salas reduciría la cantidad de voluntades necesarias para lograr una mayoría”, opina.
En sus escritos, el también presidente del Consejo de la Magistratura de la Nación menciona que existe una “incomprensión recíproca” entre la política y la judicatura que “lleva a la crispación” dado a que el ámbito político supone que el juez “frena los cambios para poner en marcha su plan de Gobierno” y el juez cree que el político “pretende imponer sus planes sin respetar las normas”.
Estas lastimaduras al sistema republicano no es lo único en lo que profundiza Rosatti, sino que hizo también hincapié en la cuestión de género en el debate sobre la integración de la Corte, teniendo en cuenta que hoy son sólo 4 hombres.
Estas 200 páginas, que son una versión ensayística de su tesis doctoral en Historia de la UCA sobre el lenguaje de la Corte, plantea un análisis del lenguaje de 386 sentencias dictadas entre 1973 y 2002, cuando transcurrieron gobiernos de diverso signo político y legitimidad. Y descubre que hay un modo de decir de la Corte que se mantiene: un lenguaje unificado que está garantizado por la burocracia de la Corte. Sin criticarla, describiendo ese modo de contar, Rosatti enumera que en el período que abraca su libro, donde hubo 34 jueces que conformaron 27 integraciones diferentes del tribunal, la burocracia de la Corte “parece haber cumplido la tarea de transmitir un saber específico para mantener o preservar cierto estilo de redacción o un formato apto para incluir contenidos disímiles”.
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