Luego de haber sido denunciado por acoso sexual y laboral por una funcionaria judicial, el juez presidente de la Cámara de Apelación y Garantías, Ernesto García Maañón, renunció a su cargo.

El escrito fue presentado ante la Secretaría de Personal del máximo tribunal de la provincia de Buenos Aires por su abogado de defensor, Adrián Murcho.

“García Maañón tenía previsto presentar su renuncia para después de la feria judicial, pero, finalmente, decidió hacerlo un día antes de que termine el receso para estar más tranquilo y defenderse de las acusaciones en su contra, de las que estamos convencidos de su falsedad. Además, él cree que, de esta manera, se tiene mucha más libertad desde la fiscalía para investigar lo que creemos son hechos inexistentes”, indicó Murcho.

EL CASO

A medidos de este mes, Maañon fue denunciado por una funcionaria judicial ante la Subsecretaría de Control Disciplinario de la Suprema Corte de Justicia bonaerense.

“En virtud de lo narrado y del temor reverencial que me provoca el doctor Ernesto García Maañon solicito que se tomen las medidas necesarias para asegurar mi bienestar personal y no ser víctima de represalias”, indicó la mujer ante el organismo.

Según la presentación, de tratarse de una denuncia penal figurarían delitos como abuso sexual, acoso laboral y una situación amenazante o de amedrentamiento por “blandir un arma de fuego cerca del rostro de la víctima”.

Si bien no estaba en sus planes realizar la denuncia, decidió hacerlo luego de que el viernes pasado García Maañon señalara en un grupo laboral de Whatsapp que no quería trabajar más con ella porque “se había mandado varias macanas”.

“Esa situación violenta me indignó: no era justo que abusando de su posición me desprestigiara mentirosamente frente a los demás jueces, vertiendo conceptos que en definitiva afectaban nuevamente mi dignidad, porque me humillaba nuevamente de forma pública, pero esta vez ante mis superiores, pese a que ambos sabíamos que ello se basaba exclusivamente en mi decisión de no tener una relación sentimental con él”, aseguró la mujer.

Entre algunos de los mensajes revelados por la mujer, el magistrados habría escrito frases como: "Te fui tan sincero, no creo que otro tipo te lo haya dicho tan claro. Me parecés atractiva, y bueno, todo genial, me encantaría, pero tener algo con vos”; “soy muy auténtico, te dije a vos que me atraías, que me hubiera encantado tener una relación con vos del nivel que sea”; “quería ir a comer con vos. Movernos en otro contexto, porque me parecés muy atractiva, hay mucha atracción sexual de mi parte, por lo menos”, “pero no importa, ustedes son muy, vos misma lo reconociste, muy complicadas y hay que entenderlas como son. Es así… yo si de algo entiendo es de mujeres y caballos. Y no hago comparación, son dos seres complicados. He tratado de entenderlo lo mejor posible y me ha salido bien”.

Una de las situaciones que describió ante la Subsecretaría de Control Disciplinario de la Suprema Corte de Justicia bonaerense, señaló: “En una ocasión en la que nos encontrábamos a solas me ordenó: ‘Sentate en ese lugar’, señalando un cuerpo de un sillón, haciendo alusión a un sillón de tres cuerpos. Me senté y el almohadón se hundió considerablemente y quedé como hundida, pequeñita. Entonces se sentó a mi lado y, mientras yo intentaba leer y explicarle temas [de trabajo] que había llevado escrito en hojas, su mirada y su cuerpo se giró considerablemente sobre mi cuerpo y su mirada se posó por encima de mi hombro. Fue la primera vez que me sentí intimidada por el doctor García Maañon. Era el presidente, mi jefe, nunca antes había vivido tal incomodidad. La luz tenue innecesaria, y la cercanía de su cuerpo me incomodó, sentí como que respiraba casi sobre mi cara. Yo miraba hacia abajo las hojas, tratando de leer de manera rápida la firma para retirarme y él, en un tono lento, me miraba haciendo como que le interesara lo que leía. Me intimidó con su cercanía y lo notó. Luego, con voz suave, me preguntó ‘¿Te incomoda?’. Sí, le contesté con firmeza. Automáticamente, se levantó y se sentó en otro sillón, y me dijo, como desentendiéndose de la situación, ‘tendré que cambiar ese almohadón’“.