El fiscal del Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil, José Elías Alvite Galante, aseguró que las hermanas, Anabela y María Rosa Medero, están imputadas por el delito de "homicidio doblemente calificado por la participación de una menor de edad y por concurso premeditado de dos o más personas". Están acusadas de matar a golpes en la puerta del colegio a Naira Cofreces. También imputaron una menor de edad.

La muerte de la chica de 17 años en manos de sus compañeras de escuela no es un hecho aislado. Cada día, cada fin de semana, las calles de Junín se ven plagadas de episodios de violencia que, por fortuna, la mayoría de las veces tienen finales menos trágicos.

Muchos intentan encasillar el caso de la estudiante en el llamado “bullying” o acoso escolar. Sin embargo, esto va mucho más allá, porque deja en evidencia un estado de ánimo que excede a la escuela y que abarca a gran parte de la sociedad.

¿Por qué tanta violencia? ¿Por qué en Junín? La respuesta parece estar en la desigualdad, en la falta de oportunidades y en una marcada ausencia del estado municipal. Según datos oficiales difundidos por la Procuración de la Corte bonaerense, en los últimos meses el delito aumentó un 11,2% en el Departamento Judicial Junín, cifra que dobla a lo ocurrido –en promedio- en el resto de la Provincia. Estas estadísticas incluyen todas las denuncias realizadas por violencia, abusos y robos contra la propiedad.

Ante tal panorama, desde el oficialismo local salen a culpar al Gobierno nacional, a la Policía y a la Justicia, y hablan de una “discriminación” kirchnerista (el intendente Mario Meoni fue aliado de este Gobierno y luego se distanció), sin siquiera reconocer una mínima cuota de responsabilidad propia.

Pero nada es casual. Vivimos en una ciudad en la que las políticas sociales son prácticamente inexistentes y en la que las acciones de la Secretaría de Acción Social se limitan a acercar “dádivas” a un pequeño sector de la población; la dirección de Educación municipal, en tanto, sólo aplica programas de instituciones nacionales e internacionales (tales como “Sin afecto no se crece ni se aprende”, del Conicet), brinda esporádicas clases de apoyo y otorga alguna que otra beca. Lo mismo ocurre con las direcciones de Deportes y de Juventud, cuyas acciones inclusivas brillan por su ausencia.

Pero ahí no terminan las falencias de este gobierno local, cuyo concepto de hacer política se limita a mandar al representante de Atención a la Víctima (Andrés Rosa) a ponerse a disposición de las familias que vivieron hechos trágicos.

Por el contrario, la administración de Mario Meoni logró romper los puentes con los barrios y sus sociedades de fomento; privatizó servicios esenciales; aumentó exponencialmente los impuestos; y aplicó medidas tendientes a beneficiar a los más acomodados (tales como la quita de la tasa de derecho de espectáculo).

“No le encuentro explicación a tanta locura”, dijo el Intendente en los medios nacionales, ni bien se conoció el triste episodio que desencadenó en la muerte de Naira. Quizás sea hora de que deje de pasear con su amigo Massa y se ponga al frente del Municipio, recorra los barrios, escuche a los vecinos, conozca sus necesidades… Tal vez así pueda no sólo encontrar explicaciones, sino también revertir la situación y brindar soluciones.