Así lo aseguró en una entrevista al diario La Nación, el flamante presidente Carlos Rosenkrantz en el marco de las tensiones del Gobierno nacional con el Máximo Tribunal de Justicia. Se espera que la Corte se expida sobre el impuesto a las ganancias, la salida del contador del tribunal, cuestiones salariales de fuerzas de seguridad, el dos por uno para delitos de lesa humanidad. Todos casos que debería resolver la Corte este año.
- ¿Usted se siente llamado a liderar una mayoría?
Para nada. Eso sería faltarles el respeto a los demás ministros del Tribunal. Sería infantilizarlos. Por supuesto que cuando uno está convencido de la corrección de lo que propone intenta persuadir a los demás. Pero persuadir a otros es una atribución que tienen todos los ministros y que, de hecho, la ejercemos con asiduidad. Interpretar el funcionamiento de la Corte con el criterio de victorias o derrotas de mayorías y minorías, como si fuera el Congreso, es un grave error. El de la Corte es un ejercicio de razón, no de poder.
- Su participación, con la jueza Highton, en el almuerzo con el Presidente se leyó como una señal de debilidad y hasta de oficialismo. Si se repitiera la secuencia, ¿usted volvería a concurrir?
Por supuesto, sí. Nos pareció a todos que debía aceptarse la invitación del Presidente. En el acuerdo se decidió que la representación institucional le cabe a las autoridades. Con la doctora Highton sabemos que un almuerzo no compromete ni nuestra imparcialidad ni la independencia del tribunal. Fue un almuerzo frugal. Demasiado frugal. Conversamos sobre las necesidades presupuestarias del tribunal, la necesidad de aumentar los salarios y el estado de los tribunales. Hay que aclarar que en la Corte no hay mayoría de ningún tipo. O hay tantas como casos decidimos.
- ¿Sabe que en el oficialismo hay quienes esperan que usted sea más sensible que el resto a las necesidades del Ejecutivo?
Yo estoy seguro de mi independencia. No voy a entregarla pero tampoco la sobreactuaré, que también es una manera de dejar de ser independiente. A quienes no me creen, estoy seguro de que el paso del tiempo les demostrará su error.
- Ha habido acusaciones muy severas de Elisa Carrió contra el juez Lorenzetti. Algunas se refirieron a la conducta del contador Marchi, el encargado de la administración de la Corte. ¿Usted cree que son suficientes como para el reemplazo de Marchi?
La cuestión no es el contador Marchi sino cuál es el diseño de la administración para hacerla más eficaz, transparente y eficiente. Hay que hacer algunas reformas estructurales. Todos los ministros ansiamos una Corte más eficaz, transparente y eficiente, por lo que las reformas más tarde o mas temprano se lograrán.
- Otro asunto muy polémico ha sido el de la utilización incorrecta de las escuchas judiciales, que dependen de la Corte. ¿Usted propone algún cambio allí?
Es un problema que tenemos que tratar con seriedad. El gran desafío es si uno puede protocalizar las tareas para garantizar que se hace solo lo que un juez ordena, y eso depende del protocolo de acción y de la gente que está al frente. Yo me propongo esperar la auditoría que tiene el Congreso y después convocar a quienes están trabajando en el área para elaborar políticas que garanticen el control.
- ¿Qué le gustaría renovar en lo inmediato del funcionamiento del tribunal?
La Corte debe revisar las reglas de circulación de expedientes para hacer más ágil el trabajo. Ya lo hemos discutido en varias oportunidades a lo largo de los últimos años. En los próximos días lo pondré nuevamente en la agenda del tribunal. Intentaremos también anunciar con anticipación las causas importantes que serán sentenciadas a lo largo del año. De ese modo la labor de la Corte se hará más predecible y permitiremos que más gente interesada exprese su intención de participar presentando escritos como amigos del tribunal.
Por otro lado, de ese modo se terminarán las especulaciones acerca de las razones que explican los tiempos del tribunal. Habría que mejorar también la educación legal. Hoy, buena parte de los recursos que la Corte analiza son rechazados por el incumplimiento de condiciones formales. Exceso de páginas, falta de documentación adjunta, etcétera. Muchos se quedan sin ser escuchados porque sus abogados son incapaces de prestar atención a las reglamentaciones. Esto no puede seguir así.
El fallo sobre delitos de lesa humanidad
"En el 2 x 1 decidí sin mirar a la tribuna", explicó a Carlos Pagni el juez Rosenkrantz a modo de defensa de su postura en el polémico pronunciamiento sobre el caso Muiña junto a los otros dos jueces supremos Highton y Rosatti. Con esta medida, se benefició con el 2 x 1 en el conteo de su sentencia por delitos cometidos durante la última dictadura militar. Y el Congreso tuvo que aprobar una ley para avalar que no era para todos los condenados.
Durante la cumbre judicial del G-20 usted sostuvo que los jueces deben fallar con arreglo a las normas, despojándose de su ideología y de sus condicionamientos culturales. Supongo que Highton, Rosatti y usted siguieron ese criterio al beneficiar al represor Muiña con el cómputo del 2 x 1. Pero debió soportar una plaza en contra. ¿Qué sintió?
-Cuando uno decide un caso difícil lo tiene que hacer mirando solo los hechos del caso y las normas aplicables. Elizondo echó a Zidane en el Mundial de 2006 porque le había pegado un cabezazo a un rival. No le importó que fuera el capitán de Francia, ni su último partido, ni la final del Mundial. Lo mismo debe hacer un juez. El 2 x 1 era un caso fácil en términos de interpretación constitucional y lo decidí sin mirar a la tribuna.
-No me respondió qué sintió cuando se llenó la plaza en contra del fallo.
-Yo tuve el honor de colaborar en los comienzos del restablecimiento de la democracia en la tarea que se realizó a favor de restaurar el respeto por los derechos humanos. Mis emociones estaban en la plaza. Pero yo no juré por mis emociones, juré por la Constitución y las leyes. En este contexto, debemos reflexionar mucho sobre el poder que tiene un juez en la Argentina.
-¿Por qué?
-Porque somos muy poderosos. Podemos declarar la inconstitucionalidad de las leyes. En otros países solo lo pueden hacer tribunales especializados. Somos elegidos de por vida. En otros países la elección es por términos más reducidos. No estamos constreñidos por la regla del precedente, no existe una comunidad jurídica que nos controle y tampoco una sociedad civil que nos someta a un escrutinio muy severo.
-¿Cree que un juez puede aislarse tanto de la opinión de la mayoría?
-Hay dos tipos de jueces. Los que quieren determinados estados de cosas para los que el derecho y sus tradiciones de interpretación son obstáculos que hay que salvar. Y los que solo creen que deben juzgar a la luz del derecho y las tradiciones de interpretación. Estos últimos, entre los que me incluyo, creen que la responsabilidad de cambiar el estado de cosas es de los órganos representativos de la voluntad popular.
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