"Casi me la llevan a mi mujer ", dijo el gendarme Hernán Walter Barrientos durante el juicio de la Megacausa Campo de Mayo mientras contaba cómo un grupo de tareas entró por error en la casa de su suegra. Nunca hizo la denuncia sobre el hecho y en la audiencia de este miércoles 26 de mayo ante los jueces del Tribunal Oral Federal N° 1 de San Martín lo contó, entre sonrisas, como una "anécdota".  

En el juicio se juzgan los delitos de lesa humanidad cometidos entre 1976 y 1978 contra 350 personas que incluyen torturas, secuestros, homicidios, desapariciones y apropiación de niños.

En una nueva jornada de audiencias, la número 82, el tribunal integrado por Daniel Gutiérrez (presidente) Silvina Mayorga y Nada Flores Vega, escuchó los testimonios de Edgardo Benjamín Carloni y Hernán Walter Barrientos. Ambos ex integrantes de Gendarmería que prestaron declaración como testigos en la causa. De la veintena de imputados en el expediente, doce de ellos no tienen ninguna condena previa por delitos de lesa humanidad.

Edgardo Benjamín Carloni, militar retirado y ex jefe del departamento Asuntos Humanitarios, fue el primero en declarar. Habló sobre la cadena de mando y detalles de cómo funcionaba la estructura en el Ejercito y sobre todo con respecto al Batallón 601. Carloni fue uno de los que participó entre 2004 y 2013 en la confección de informes para la causa Campo de Mayo.

Risas que no causan risa

En la audiencia mientras el fiscal Marcelo García Berro (quien trabaja junto a la asistente fiscal Gabriela Sosti) le realizaba preguntas sobre "El Campito" -un galpón gigante dividido en caballerizas que operó como uno de los lugares más siniestros del circuito de Campo de Mayo- para saber si Hernán Walter Barrientos, gendarme retirado que prestaba servicio en la banda de música de la Escuela de Gendarmería, había visto o sabido sobre lo que ocurría allí.

Después de contestar "eran momentos especiales", el testigo contó: "Un día uno de esos grupos de tarea, que le dicen, entró en la casa de mi suegra y mi mujer encuentra a su madre con mis hijos encerrados en la cocina y tres desconocidos", comenzó el relato el testigo. "La soltaron cuando gritó: soy la esposa de un oficial de Gendarmería", continuó ya con una sonrisa en el rostro.

"Era gente de civil, se metió en mi casa, casi me la llevan a", dijo ya entre risas y aclaró "es una anécdota". Las caras de los presentes estaban inmutables. Contó que estaban buscando a otra persona por un galpón que había justo al lado de la casa de la suegra.

"Estaban buscando a una persona que había estado trabajando en Pirelli. El hermano de mi mujer era matricero. En ese lugar había una actividad movida del sindicalismo. Echaron a un empleado. Mi cuñado tenía un taller metalúrgico, llama a este hombre que habían echado y le da trabajo", dijo Barrientos quien nunca hizo la denuncia de lo que pasó aquella vez, y hoy sólo atinó a contarlo como una anécdota de risas donde la mujer le dijo "te quedas viudo". "Se llevaron a muchos que no tenían nada que ver", intentó explicar después.

"Pajarito"

Roberto Julio Fusco, suboficial músico de Gendarmería en Campo de Mayo, fue uno de los represores de “El Campito”. Fue detenido en 2015 y según testimonios de sobrevivientes, solía atar a las víctimas con una soga en los troncos de los árboles, fuera del galpón. Algunos se quedaban a la intemperie por días y otros eran mordidos por perros.

Todos estaban encapuchados. El testimonio de Barrientos sumó para ubicar a "pajarito", tal y como era el apodo del represor, en lo que describió como "un lugar de galpones donde les decían que había personas detenidas". El Ejército los usaba "en la seguridad dentro de Campo de Mayo", dijo.

Hace varias semanas que vienen declarando distintos gendarmes y dos de ellos ya ubicaron a Fusco allí. Un dato, Barrientos fue dejado cesante en 2006 como jefe del Servicio de Bandas de Gendarmería después de que una banda de esa fuerza animara la procesión de los ultraconservadores católicos, antes de la misa que ofició el cuestionado obispo castrense Antonio Baseotto.

Campo de Mayo

El accionar operativo de Campo de Mayo se extendía sobre un amplio territorio de la zona norte y oeste de la provincia de Buenos Aires, de San Miguel a Zárate, Campana y San Isidro. En el predio, de unas cuatro mil hectáreas, se alojó a prisioneros en diversos lugares como "El Campito" o "Los Tordos", "Las Casitas" o "La Casita"; el Hospital Militar con la maternidad clandestina y la prisión de Encausados. Según datos que manejan las autoridades se calcula que pasaron entre 3.500 y 5.000 detenidos y detenidas entre los que prácticamente no hubo sobrevivientes.

"Abuelas de Plaza de Mayo" es una de las querellantes en la causa por los crímenes cometidos en perjuicio de 46 víctimas, entre ellas 14 embarazadas, 9 padres de niñas y niños apropiados, y otros 23 casos vinculados. De los niños nacidos durante el cautiverio de sus madres o secuestrados junto a sus padres y madres -objeto de esta Megacausa- ya se han restituido cinco casos, pero aún buscamos a diez de ellos, hoy adultos.

La semana que viene continuarán las audiencias y se espera que declare Ricardo Alberto Espinoza, otro gendarme que estuvo asignado en Campo de Mayo y fue custodio de Rafael Videla.  Las audiencias del juicio pueden verse mediante el sitio web del medio "La Retaguardia" o en su canal de You Tube.