El fotoperiodista Pablo Grillo se encuentra en el Hospital Ramos Mejía luchando por su vida luego de que un cartucho de gas lacrimógeno fuera disparado por las fuerzas de seguridad e impactara contra su cráneo provocándole heridas gravísimas.
Desde el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) recordaron que las armas utilizadas para lanzar este tipo de proyectiles están prohibidas en gran parte del mundo.
"No hay accidente: este hecho es la consecuencia lógica de un cambio normativo y una escalada discursiva", señaló Marcela Perelman, miembro del Centro.
Y agregó: "Los gases y los irritantes químicos son considerados 'armas menos letales', pero es depende del contenido del cartucho. Donde el arma se vuelve letal es cuando hablamos de escopetas lanza-gases. Son armas de fuego que largan un proyectil de gran tamaño que puede generar gran impacto que puede ser potencialmente letal".
Sobre el uso, detalló: "Reglamentariamente estas escopetas quedaron prohibidas en el país a nivel nacional desde 2011. Según el instructivo de los fabricantes hay que apuntarlas a 45 grados. De ninguna manera se pueden disparar de forma horizontal y directa como lo hicieron. Lo que está en discusión ahora es el uso de la escopeta lanza-gases, no el uso del gas. No tiene que ver con el contenido del cartucho, si no con el modo de disparar el cartucho. No se trata de una granada lanzada, se trata de un proyectil lanzado con un arma".
Según indicaron desde el CELS, el impacto del cartucho de gas en la cabeza de Pablo Grillo es consecuencia directa del Protocolo Antipiquetes 943 implementado por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, que reintrodujo el uso de armas peligrosas en operativos en manifestaciones públicas.
"No hay accidente si este hecho es la consecuencia lógica de un cambio normativo, una escalada discursiva. Tenemos una secuencia lógica y coherente donde lo único que podemos esperar, lamentablemente, son este tipo de situaciones graves", señaló Perelman.
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