Esta semana el fiscal que interviene en la causa que investiga los abusos sexuales a dos religiosas por parte de un sacerdote solicitó, finalmente, 15 años de prisión efectiva. El cura, Manuel Fernando Pascual, deberá someterse a la decisión de los Tribunales Orales en lo Criminal y Correccional que en el proceso le ha dado voz a mujeres que fueron víctimas de sus abusos. Las dos monjas lo denunciaron y llevaron a juicio por abusos en la Congregación Hermanas de San José de Núñez entre 2012 y 2016 en la provincia de San Juan. 

Andrés Esteban Madrea, el fiscal a cargo de la Fiscalía General Nº3, consideró a Pascual responsable de los abusos denunciados. En la causa, además, trabajó la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres (UFEM) desde el comienzo del juicio, en marzo de este año.

"Estos abusos no solo fueron evidentemente sexuales, sino también de poder y de conciencia, al violentar primero su condición de mujer y también lo más profundo de su vocación y fe bajo una obligada pero desvirtuada obediencia a su guía espiritual, según él, en el método del amor”, señaló el representante del Ministerio Público Fiscal.

Además, en el alegato detalló que hubo “abuso sexual gravemente ultrajante y con acceso carnal perpetrado de manera continuada entre los años 2012 y 2016 y abuso sexual gravemente ultrajante perpetrado de manera continuada entre los años 2014 a 2016”, y opinó que se trató de abusos agravados ya que era un sacerdote de culto reconocido por el Estado.

El caso

El fiscal en su acusación explicó que Pascual abusó sexualmente de las monjas. Para ello, se valió de su situación vulnerable y con un total aprovechamiento de su autoridad dentro de la orden religiosa

Los detalles escabrosos dan cuenta que los mismos ocurrían durante el sacramento de la confesión, las celebraciones o los rezos entre 2014 y 2016, a una de las denunciantes y a la otra en el periodo entre el 2012 y 2016. Según las víctimas también fueron abusadas en un lugar llamado “La Ermita”, usado para retiros espirituales.

Gracias al testimonio de varios testigos, se pudo conocer que el sacerdote ganó la confianza de ambas con la excusa de ser su guía espiritual, y así manipularlas para generar un contacto físico. Además, tras la mentira de “salvarlas”, las instigó para tener prácticas sexuales y les decía que debían “dejarse querer”.

La trama del sacerdote se remonta, incluso, hasta finales de 1980. A partir de distintos testimonios se conocieron otros casos de abusos por parte de Pascual con un mismo modus operandi, en los que había manipulado a mujeres de otras congregaciones. Algunas, tristemente, debieron dejar sus hábitos ante el descreimiento de la comunidad religiosa. 

Cabe destacar, que el sacerdote Pascual había sido procesado por algunos casos, pero las causas prescribieron y, aun así, el tribunal escuchó a varios testigos.

“Los abusos sexuales perpetrados al interior de la Iglesia, y justificados por teorías que se basan en el reforzamiento de una autoridad eclesial o en teorías de una espiritualidad del amor, manifiestan claramente características muy parecidas a las sectas. Estos abusos se dan a pesar de que las relaciones son con personas adultas inteligentes y capaces”, consideró el fiscal.